abril 2022

Manifiesto de la Confederación General del Trabajo de 1945. La neutralidad y sus enemigos

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Una de las mejores tradiciones argentinas es la neutralidad en los conflictos bélicos internacionales, especialmente los que se disputan entre las potencias imperialistas. Pero también es tradicional la oposición a la neutralidad de las fuerzas políticas locales que trabajan para el imperialismo anglosajón, desde los albores de nuestra nación. No solo estuvieron siempre presentes para oponerse a la valiente defensa que nuestros gobiernos populares han hecho de la paz, sino que incluso han logrado torcer esta tradición en episodios lamentables como la Primera Guerra del Golfo, con las nefastas consecuencias que conllevó esa decisión[1].
Estas líneas no están dirigidas a defender la postura que ha adoptado el gobierno nacional frente al conflicto en curso en Ucrania, sino recordar el Manifiesto de la Confederación General del Trabajo (CGT), publicado en noviembre de 1945. Una auténtica neutralidad implicaría abstenerse de hacer insolentes exhortaciones a una sola de las naciones beligerantes. Pero tampoco podemos desconocer que existen figuras relevantes de la política nacional que se quejan de que el gobierno no sea más obsecuente con EE.UU., el Reino Unido de Gran Bretaña, la Unión Europea y la OTAN. Incluso dicen, palabras más, palabras menos, que los que toman las decisiones en esas potencias están siendo demasiado flojos con la Federación Rusa. Patricia Bullrich, Presidenta del PRO, ha afirmado en su cuenta de Twitter, en una publicación del 22 de febrero pasado: “UE, OTAN, ONU, Ginebra y Washington endurecen sanciones y pierden de vista el objetivo de Moscú: la expansión que supo tener. Putin juega en serio, Argentina ‘neutral’ como en la historia y Occidente con respuestas burocráticas. Ojo: así se extienden los regímenes autoritarios”. No debe extrañarnos de una persona que también sugirió por televisión la entrega de las Malvinas a cambio de las vacunas Pfizer.
Como es sabido en todo el mundo, los británicos han tomado nuestras Islas Malvinas y expulsado a nuestra población en 1833. Pronto se cumplirán 40 años de la guerra en que las recuperamos durante unos meses, hasta que la OTAN intervino para restablecer el colonialismo. Hoy, las Malvinas y las Islas del Atlántico Sur siguen siendo un enclave del imperialismo anglosajón, un punto estratégico para la OTAN, tal como lo son las bases desplegadas por dicha Organización alrededor de la Federación Rusa. Ya no necesitan dominar continentes enteros, sino que les alcanza con tener gobiernos aliados en países formalmente independientes y con tener bases desplegadas por todo el mundo, a fin de reaccionar rápidamente frente a cualquier disidencia.  
En ese sentido, no podemos olvidar que durante el oscuro período 2015-2019, la Argentina ha atacado a naciones hermanas como Venezuela y Bolivia. En el primer caso, el gobierno argentino de entonces colaboró con el Grupo de Lima, participó de la guerra económica contra Venezuela, que implicó el bloqueo comercial y financiero de la hermana nación, además de la confiscación sin indemnización de todos sus bienes, activos y empresas en todo el mundo. Cuando vemos en la televisión, en las redes sociales o en el testimonio de los migrantes, que hay pobreza en Venezuela, tomemos conciencia de que eso es responsabilidad exclusiva de la OTAN y que eso es lo que quieren ahora para el pueblo ruso, que sufrirá por lo que ha decidido su gobierno. Por otro lado, también el gobierno argentino ha intervenido en el golpe de Estado que padeció Bolivia en 2019, enviando armas para que los insurrectos mataran a sus compatriotas. Ahora también hay una acusación de haber hecho un ejercicio militar con tropas argentinas, ensayando una invasión a Venezuela. ¿Será que no se concretó porque el entonces presidente no recibió la orden de sus superiores?
En todos los casos, participar del sitio y saqueo de cualquier pueblo del mundo es una conducta cobarde y vil, pero además es una conducta traicionera cuando se trata de países que nos apoyan incondicionalmente en nuestro reclamo soberano en Malvinas y en nuestra denuncia de la ilegitimidad de la deuda externa.
Sin embargo, a pesar de que una de las fuerzas beligerantes tiene invadido nuestro país y la otra nos apoya en la recuperación de nuestra soberanía, no creo que eso sea motivo suficiente para abandonar nuestra tradición de neutralidad. Creo que son inspiradoras las palabras de Francisco cuando dijo: “Toda guerra deja nuestro mundo peor de lo que lo encontró. La guerra es un fracaso de la política y de la humanidad, una rendición vergonzosa”[2]. La neutralidad es la postura más valiente que puede tenerse cuando, en el silencio de la noche de la Humanidad “el músculo duerme y la ambición trabaja”[3]tal como cantaba Gardel en el período histórico transcurrido entre las dos guerras mundiales, ya que de cada bando nos van a adjudicar los defectos del otro, nos van a querer acusar de ser aliados de su enemigo.
Esto ya pasó en nuestro país durante todo el siglo XX. Por ejemplo, el ex embajador norteamericano Spruille Braden (un líder progresista en su país natal, nombrado subsecretario de Estado de EE.UU. en 1945) publicó un Memorándum titulado “Consulta entre las Repúblicas Americanas respecto a la situación argentina”, más conocido como “Libro Azul”, en el que acusaba a la Confederación General del Trabajo de ser poco democrática y colaboracionista del Eje, por haberse pronunciado por la neutralidad, en una guerra interimperialista como la que se desarrolló entre 1939 y 1945[4]. La respuesta de la CGT no se hizo esperar y en noviembre de 1945 publicó las siguientes líneas[5], cuyas verdades siguen vigentes y podrían ejemplificarse con todo lo ocurrido en las últimas décadas:
“Braden, en su Libro Azul, pretende decir que los dirigentes y los trabajadores asociados a la Central Obrera carecen de convicciones democráticas. Solamente pueden provocar comentarios jocosos estas expresiones que formulan los representantes de Wall Street. Nosotros, los trabajadores, ya éramos democráticos, luchábamos y moríamos por la democracia, cuando ellos ensangrentaban con sus garras y tentáculos imperialistas, las tierras de nuestros hermanos de Panamá, México, Cuba, Puerto Rico, Perú, Nicaragua y Venezuela. Ya éramos democráticos cuando ellos provocaron la guerra fratricida entre Bolivia y Paraguay. Fuimos democráticos en la época dolorosa de la Semana Trágica, cuando el proletariado derramó su sangre generosa luchando contra la Asociación del Trabajo y la Liga Patriótica Argentina, engendradas y alimentadas por el imperialismo, la oligarquía y las ‘fuerzas vivas’.
”Por nuestro fervor democrático fuimos y somos antifascistas y antitotalitarios y por eso luchamos denodadamente contra Hitler y Mussolini, cuando Wall Street, coaligado con los otros sectores del capitalismo mundial, alimentaba con sus dineros robados a los sudores y necesidades de los proletarios, a la bestia nazifascista, para usarla como fuerza de choque tendiente a aplastar las aspiraciones de mejoramiento de los trabajadores de Europa, que emergían destrozados moral y físicamente de una catástrofe guerrera, provocada por el capitalismo internacional, que es el único que tiene interés y obtiene beneficios de las masacres de los pueblos (…)
”Por eso, Braden está contra la CGT, porque teme que la naciente Justicia Social se expanda desde la Argentina como la antorcha gloriosa de la Revolución de Mayo, por todo el continente americano y en su propio país, con cuyo pueblo nos sentimos hermanados en propósitos e ideales, dispuestos a luchar juntos frente a la plutocracia de Wall Street, por el advenimiento de un mundo mejor”.  
Confederación General del Trabajo,
Manifiesto publicado en noviembre de 1945.


[1] Ares, Carlos (20 de septiembre de 1990) “Crítica unánime de la oposición argentina a Menem por el envío de fuerzas militares”, El País. https://elpais.com/diario/1990/09/21/internacional/653868010_850215.html
El artículo publicado en España decía más sobre las “relaciones carnales” con EE.UU. y la OTAN: “Con el objetivo declarado de privilegiar esa relación y de distanciarse del Movimiento de Países No Alineados, el Gobierno argentino ha colocado cada eslabón de la cadena que ata su política exterior: el cese de las hostilidades con el Reino Unido, que se mantenían desde la guerra por la soberanía en las islas Malvinas; la suspensión del proyecto Cóndor II, para la construcción de un misil con cabeza nuclear; la reanudación de los ejercicios conjuntos entre militares argentinos y norteamericanos, y ahora el envío de tropas al golfo Pérsico. ‘Son cambios sustanciales’, ha declarado el canciller argentino, Domingo Cavallo. ‘Esta política es coherente con las decisiones que el Gobierno adopta en todo sentido’”.
[2] Capelli, Benedetta (26 de febrero de 2022) “Tweet de Francisco en ucraniano y ruso: ‘La guerra es un fracaso’”, Vatican News. https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2022-02/tweet-de-francisco-en-ucraniano-y-ruso-la-guerra-es-un-fracaso.html
[3] “Silencio” (Tango, 1932) Música: Carlos Gardel y Horacio Pettorossi Letra: Alfredo Le Pera y Horacio Pettorossi. https://www.todotango.com/musica/tema/284/Silencio/
[4] Había incluso quienes, desde la izquierda, hacían acusaciones semejantes, olvidando la sabia posición de Lenin en 1915, durante la Primera Guerra Mundial: “Casi todo el mundo reconoce que la guerra actual es una guerra imperialista (…), la lucha armada de las ‘grandes’ potencias por el mantenimiento artificial del capitalismo mediante las colonias, los monopolios, los privilegios y todo género de opresión nacional”. V. I. Lenin, Tres artículos de Lenin sobre la guerra y la paz. Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1976.
[5] Belloni, A. Del anarquismo al peronismo. Historia del Movimiento obrero argentino. Ed. Documentos, 1962.

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