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Los salarios por la escalera, los precios por el ascensor
Por Redacción
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Las crisis cíclicas del capitalismo tienen como consecuencia una mayor concentración de la riqueza en manos de unos pocos, en detrimento de los sectores vulnerables, sobre todo en los países periféricos. La transferencia de ingresos de un sector a otro empobrece a la clase trabajadora -con el deterioro constante de la pérdida de su poder adquisitivo- y enriquece a los empresarios (especialmente a las empresas de servicios, al sector agro-exportador y al sector financiero). Tal vez sea una forma simple de explicarlo, pero la economía no es una ciencia tan compleja. Scalabrini Ortiz decía que las finanzas son muy sencillas, sólo requiere saber sumar y restar y si alguien no lo entiende “es porque están tratando de robarle”.
Queremos señalar entonces que en esta crisis como en muchas otras, hay ganadores y perdedores. Los conflictos sociales, huelgas sectoriales y generales que se fueron evidenciando en el transcurso de este año son las consecuencias directas de las políticas de ajuste direccionadas desde el FMI, sin consenso popular, ni acuerdos políticos internos, que hayan aceptado o convalidado una aprobación de esas medidas llevadas a cabo a espaldas del Congreso de la Nación. Los deberes fueron hechos, pero los números no cierran, y no es un problema matemático sino político. Los resultados muestran que la incidencia del pago de la deuda externa en el presupuesto es la más alta desde 2001. En el año 1982 fue del 15,5% (el legado de la dictadura), en el 2001 de 24,5% (el legado del menemato y la Alianza) y ahora se asignó para el 2019 el 17,9% (el legado de Macri & Cía). La actividad industrial cayó el 11,5%, el índice de precios al por mayor acumulado del año 2018 es del 71,1% y un nivel de precio con una inflación acumulada de lo que va del año del 45,9% (al mes de octubre).
La cumbre del G20 es una muestra de que solo una minoría de países pretende disciplinar al resto, que es la mayoría, mediante «el pensamiento único» ya experimentado y fracasado en donde se implementó. En vez de acordar con esa mayoría se pretende ingresar a ese grupo selecto «por la puerta grande» negociando la posibilidad de que Argentina se incorpore a la OCDE. Sin embargo, este organismo ya adelantó que el endurecimiento de las políticas fiscales y monetarias, mantendrá la economía argentina en recesión este año y el próximo, aún con las reformas estructurales recetadas por la ortodoxia de la economía, como no podía ser de otra manera. También alertaron que el consumo privado y la inversión se mantendrán exiguos por menores ingresos reales, mayores tasas de interés y un aumento del desempleo.
Esa es la muestra de que la crisis que sufrimos es una mala praxis política que tiene como objetivo la fuga de capitales y el empobrecimiento de las mayorías populares.
En ese marco la inflación galopante existente sigue acumulando incrementos exorbitantes, mientras el salario real dejó de ser compensado con aumentos obtenidos de la autonomía colectiva de los trabajadores y encaraman a paso lento por una escalera desvencijada. La herramienta histórica de los trabajadores para la recuperación del salario frente a las medidas de políticas económicas recesivas sigue siendo la huelga general, pero en la coyuntura se vio postergada con el anuncio de un bono que trajo más desconcierto, que las prometidas migajas de navidad para llevar un pan dulce y una sidra a la mesa de los trabajadores. Un mendrugo que sólo acarreó desconsuelo, amargura y desolación. La mayoría no lo va a cobrar (por las características de la medida, los importes con los que se compensa, etc.) y los pocos que lo cobrarían serían de manera escalonada y con una quita significativa para aquellos que ya habían tenido aumentos a cuenta por convenios colectivos. Se vuelve a la vieja política de dar «asignaciones no remunerativas» – tachadas de inconstitucional por nuestro Máximo Tribunal por violar el Convenio 95 de la OIT – por decisiones demagógicas sin intervención del colectivo de los trabajadores. Éstas medidas, sacadas de la galera cual mago decadente, conllevan un corolario lógico de conflictividad social. A la amargura de la mísera promesa navideña se suma «una comunicación previa» al despido que se superpone con el preaviso legal, impactando en el mundo del trabajo sin que se advierta como una herramienta eficaz para frenar los despidos sino un mero desconcierto de un gobierno que solo le interesa ser condescendiente con corporaciones económicas multinacionales.
Esta Editorial sale a luz en el momento de la inauguración de las XLIV Jornadas de Derecho Laboral de nuestra Asociación de Abogados y Abogadas Laboralistas. Las consecuencias de las políticas sociales sobre los derechos de los trabajadores y las trabajadoras indudablemente serán analizadas profundamente, para aportar nuestro grano de arena a la resistencia social.
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