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Ernesto Cardenal: Una vida comprometida
Por Adolfo Matarrese
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Con motivo del fallecimiento de Ernesto Cardenal, ocurrido el 1 de Marzo próximo pasado, nos proponemos rememorar su vida, donde se destaca una personalidad comprometida y multifacética, que nos ha proporcionado un faro de luz para Latinoamérica, en la lucha por su identidad y liberación.
Nació el 20 de enero de 1925 en Granada, Nicaragua. Fue sacerdote, teólogo, poeta, escultor, político y revolucionario; tocándole vivir una época signada por el cambio social en el continente y en su país. Sufrió ataques, persecuciones y desprecios, manteniendo sus convicciones hasta su último día, sustentadas en un profundo sentir religioso y humanista.
Estudió Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de México, continuando sus estudios en la Universidad de Columbia, Nueva York.
Entre 1949 y 1950 se dedicó a viajar por Europa, para luego desarrollar su pasión por la escultura.
En 1950 volvió a Nicaragua y en 1954 participó en la Revolución de Abril contra la dictadura de Anastasio Somoza, que fracasó en su intento de tomar el poder, perdiendo la vida muchos de sus amigos.
En 1957 ingresó a la Abadía de la congregación Trapense “Nuestra Señora de Getsemaní”, ubicada en Kentucky (E.E.U.U.), donde conoció a su guía espiritual, confesor y amigo Thomas Merton.
En 1959 comenzó a estudiar Teología en Cuernavaca, México, ordenándose sacerdote, en 1965, en Managua.
Fundó una comunidad Cristiana en el archipiélago de Solentiname, ubicado en el Gran Lago de Nicaragua.
Al decir de Carlos Salinas: “Fue una comunidad cristiana, revolucionaria y artística, que pronto se convertiría en una piedra en el zapato de la infamia somocista, que no dudó en enviar a sus esbirros para arrasarla y asesinar a sus jóvenes revolucionarios, que, así como tiraban balas contra la ignominiosa dinastía, pintaban la voluptuosidad de la fauna y flora de Solentiname. “El padre Cardenal vio que había un talento en Solentiname y dijo que había que continuar lo que habían hecho nuestros ancestros”, me dijo Arellano cuando lo visité en su casa de la isla La Venada, golpeado por la diabetes, pequeño, frágil, pero aún hábil con el pincel. Arellano es uno de los herederos de aquel proyecto que Cardenal fundó junto a uno de los más grandes pintores nicaragüenses, Roger Pérez de la Rocha. “Fue un hecho determinante en mi crecimiento como artista educarme a la sombra de Ernesto Cardenal. Fue mi guía en esos años de juventud”, me dijo Pérez de la Rocha.”1
Allí escribió el célebre “Evangelio de Solentiname”.
Colaboró con el Frente Sandinista de Liberación Nacional en su lucha por la liberación de la dictadura y la toma del poder, lo que ocurrió el 19 de Julio de 1979. Ese año fue nombrado Ministro de Cultura hasta 1987, año en que se cerró dicho Ministerio. Su hermano era Ministro de Educación.
En 1980 recibió el Premio de la Paz del Librero Alemán.
El 4 de Marzo de 1983, el Papa Juan Pablo II visitó Nicaragua y, en una imagen que recorrió el mundo, se lo ve reprendiendo en forma severa a Cardenal, quién se encuentra arrodillado ante el paso del sumo Pontífice. Las causas de la observación habrían sido su adscripción a la Teología de la Liberación y la integración del Gobierno Sandinista como Ministro. Sobre este tema volveremos más adelante.
Cardenal nunca dejó de comportarse como un sacerdote, a pesar de haber sido suspendido, en el año 1984, en la celebración de los sacramentos, junto a otros sacerdotes nicaragüenses, por el Papa Juan Pablo II.
En 1994, en virtud de las grandes diferencias que sostenía con Daniel Ortega, abandonó el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional y con otros intelectuales y dio su apoyo al Movimiento Renovador Sandinista.
En mayo de 2005 fue nominado al Premio Nobel de Literatura.
El 27 de julio del 2009, recibió el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, que le fue entregado por la presidenta de Chile, Michelle Bachelet.
Fue elegido, en el año 2010, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua. En 2012 obtuvo el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (XXI edición).
Fue presidente honorífico de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET).
Su rol como Sacerdote y la Teología de la Liberación.
Cardenal siempre ha sido sacerdote, inclusive durante los 35 años en que fue sancionado con la prohibición de suministrar los sacramentos, de acuerdo al art. 1333 del Código de Derecho Canónico, que se aplica al rito latino.
Cabe consignar, que dicha suspensión nunca ocasiona la pérdida del estado clerical o el sacerdocio, que se mantiene en el resto de sus funciones. La pérdida del estado clerical es una sanción que no se aplicó en este caso y que se aplica hoy en día a los curas abusadores. El estado sacerdotal nunca se pierde ya que la ordenación es para toda la vida.
Entendemos que la sanción fue motivada también por su apoyo a la lucha armada para la toma del poder, cosa que la Iglesia, actualmente, no admite.
Dentro del catolicismo, los sacramentos constituyen una parte esencial de la fe, ya que por medio de ellos el creyente mantienen una relación, por así decirlo, más cercana e íntima con su creador.
Cardenal aceptó esta sanción y siempre mantuvo obediencia al Vaticano, a pesar de militar en la Teología de la Liberación, visión teológica que era rechazada por la máxima autoridad de la Iglesia, que la veía como un avance del “comunismo” en plena guerra fría.
Pero Cardenal estaba más allá de esas cuestiones y en su vida demostró mantener su visión Teológica más cercana a los evangelios, a pesar de las desviaciones del poder en su propia Nicaragua, lo que da cuenta el viraje al autoritarismo del FMLN con Daniel Ortega a la cabeza. En esta etapa fue un perseguido político, lo que fue vivido por él como algo natural para quien mantienen sus convicciones.
Su compromiso con la fe lo llevó a fundar una comunidad en el archipiélago de Solentiname, donde se promovía el arte, la solidaridad y el amor hacia el prójimo. Esta iniciativa muestra un rasgo de su personalidad inconformista e independiente
En la antigüedad, cuando los sacerdotes no comulgaban con las directivas de la Iglesia, bastante corrompida en la Edad Media, se retiraban a la vida monástica. Esto generó una gran proliferación de Monasterios y Conventos, que tenían como objetivo mantener la pureza de la fe, lejos de los intereses del mundo materia. En épocas de crisis en las cúpulas vaticanas, proporcionaron candidatos para cargos de importancia. Fueron los principales restauradores del rumbo perdido. Como integrante de la Congregación Trapense Cardenal era muy consciente de esto.
«El cristianismo tal como lo vemos en el Vaticano, no es el que Cristo quiso para la iglesia; pero mi fe es en Cristo, no en el Vaticano; si el Vaticano se aparta de Cristo, yo sigo con Cristo», le explicó a “BBC Mundo”, Ernesto Cardenal en 2007, 20 años después de la prohibición vaticana.
En los últimos años y con la llegada de Jorge Mario Bergoglio a la máxima jerarquía de la iglesia, la teología de la liberación es vista con otros ojos y dejó de ser objeto de censura. Cardenal respetaba y apreciaba al Papa Francisco, quién un año ante de su fallecimiento le levantó la sanción canónica que pesaba sobre él hacía casi 35 años.
El escritor, escultor y difusor de la cultura
Como ya dijimos, fue un escritor prolífico e innovador. Si bien se lo conoce más por la poesía, terreno en el que innovó, no es menor su producción en el ensayo. Era un estudioso apasionado de las ciencias y en sus poesías introduce temas relacionados con el saber científico, como el origen del Universo, reproduciendo teorías que hoy están en boga, como el big-bang y los agujeros negros.
El escritor Sergio Ramírez, premio Cervantes y amigo cercano del poeta, ha dicho de él que es uno de los grandes innovadores de la lengua española, al crear una nueva forma lírica, la de la narración en la poesía, que convirtió a Cardenal en un cronista de su tiempo. “Mido a Ernesto primero por su don de innovación. Hay muy buenos poetas que no logran hacer escuela, y eso no les quita peso a su voz, pero Cardenal, desde el principio hizo escuela, tuvo seguidores, abrió una brecha en la poesía de la lengua,” dijo Ramírez.2
Su estilo era sencillo y directo, lo que se refleja en su obra y en su actitud en la vida: “Aunque no esté escribiendo poesía, el trabajo manual, que incluye limpiar inodoros, es una práctica de estilo, porque la humildad y sencillez de estos trabajos seguramente perfeccionará mi estilo literario, dándome más sencillez, claridad, expresión directa», escribió.
Su obra literaria es muy profusa, destacándose en la poesía, el ensayo y la biografía.
Podemos resaltar “Vida en el Amor” donde destaca al amor como el centro y motor de la fe “Y el amor a otros es también participar de Dios. Lo que amamos en los otros es lo que hay de divino en ellos…Y lo que ellos manda en nosotros es lo que nosotros tenemos de Dios. Todo amor mutuo es, pues, algo del Dios que se ama mutuamente”3
También “El evangelio de Solentiname” dedicado a la comunidad que fundó en el archipiélago del mismo nombre del Lago de Nicaragua.
Y su famoso “Epigramas” de su juventud, donde sus versos muestran su visión romántica,
Además su “Canto Cósmico” en que los versos nos llevan a un recorrido de reflexiones sobre el Universo con connotaciones científicas.
Romance, ciencia, política y religión subyacen en una personalidad polifacética, que se muestra como una rebelde al reduccionismo de la vida que se practica hoy día.
El encierro en la especialización para abrirse al mundo, la renuncia de sentir el dolor de amar al prójimo y llevar adelante una vida cómoda, como la que promueve el mercado, es precisamente lo que un revolucionario, en todas las épocas, rechaza. Cardenal demostró con su vida que lo era y se constituyó como un guía para una vida comprometida y sin miedo, única forma de que se produzca la transformación que merece América Latina.
1 https://elpais.com/cultura/2020-03-07/archipielago-solentiname.html
2 https://elpais.com/cultura/2020/03/01/actualidad/1583097905_798631.html
3 (página 74, Cuadernos Latinoamericanos, Ediciones Carlos Lohlé)
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