mayo 2020

El neoliberalismo y el nuevo orden mundial post-convid-19

Dorothea Tanning

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Para Adam Smith, el capitalismo representaba la fase más alta del proceso civilizatorio de la humanidad y llegaba en su punto culminante cuando tuviera evaluado para un estado en que el gobierno adoptase una política de laissez-faire, permitiendo que las fuerzas de la concurrencia y el libre juego de la oferta y de la demanda regulasen la economía y quedasen casi que completamente libre de las restricciones del gobierno o de sus intervenciones. Toda la estructura del texto de la “La Riqueza de las Naciones lleva a las conclusiones al laissez-faire. Según Smith, “el sistema obvio y simple de libertad natural” era afirmado como el mejor sistema económico posible.
Para Karl Marx, la producción capitalista es a mayor auto valorización posible del capital y la mayor explotación posible de la fuerza de trabajo por el capitalismo.
Sin embargo, para el pensamiento operante de la época, el de Adam Smith, para que la acumulación de las riquezas se concretizase era necesario a la explotación de la mano-de-obra del proletariado. Esa era y parece a continuar a ser la ley natural, la concepción de que el trabajo es una mercancía, una verdadera cosificación del trabajador, del ser humano.
Es decir, la explotación de los trabajadores basada en la óptica liberal del contrato, teniendo como premisa el principio de la autonomía de la voluntad contractual, fruto de la economía capitalista industrial, en contrapunto a la servidumbre de la era medieval. En realidad, desembocaba en la concepción que esa premisa contractual pueda realmente construir una orden social estable.
Por lo tanto, en el inicio del siglo XX, la versión liberal clásica del capitalismo empezó a ser derrumbada, especialmente a partir de 1914. Entre los terremotos que hicieron estremecer el mundo capitalista con su modelo político-económico están: dos guerras mundiales, los movimientos ideológicos, político y económicos contrarios al capitalismo: anarquismo, nazismo, fascismo y el más contundente de eses movimientos, el comunismo del Rusia (1917), con la Revolución de Octubre e otro relevante acontecimiento fue casi la quiebra total de la economía capitalista con la Depresión de 1929.
Entonces, los economistas y defensores del capitalismo empezaron a desarrollar, crear y poner en práctica teorías, estrategias, mecanismos y movimientos que pudieran salvar y rejuvenecer al capitalismo para que con ello pudiera volver a ser hegemónico. Para eso, era necesario desarrollar nuevos paradigmas, nuevas teorías, nuevas formas de producción para poder enfrentar el nuevo escenario que se presentaba en la economía de libre mercado del capitalismo burgués clásico.
El primer mecanismo en este sentido fue la teoría de John Maynard Keynes, que en las circunstancias presentadas por la Gran Depresión (1929), tenía como objetivo final salvaguardar el futuro del capitalismo. Para Keynes, “la maldición del desempleo” era la raíz del mal de las economías de mercado, impulsando el riesgo de ser alcanzadas por soluciones totalitarias –ya sean de inspiración de derecha o de izquierda- a niveles alarmantes en la década de 1930. Añade Keynes que los marxistas estaban dispuestos a sacrificar las libertades políticas de los individuos con el fin de cambiar el orden económico1.  
John Keynes publica en 1936 “The General Theory of Employment, Interest and Money” (La Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero), donde refuta la concepción ortodoxa de la economía clásica y la autorregulación del mercado. Según Keynes, para contener “la maldición del desempleo” era necesaria la participación del Estado en las relaciones económicas.
En realidad, su teoría no tiene como preocupación a los trabajadores, pero sí, que los trabajadores no elijan soluciones totalitarias, por ejemplo, al socialismo marxista.
Señálese que inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, se expandió el poder del sistema comunista, primero sobre un sexto (1/6) del territorio mundial y después sobre un tercio (1/3) de la población mundial, incluso en China. Entonces, había que plantear un modelo para contener su avance.
Los defensores del capitalismo comenzaron a desarrollar movimientos para alejar el capitalismo de la vulnerabilidad y la incertidumbre que estaba a su alrededor y salvaguardar sus bases y sus principios fundamentales.
Para ello era necesario convertirlo nuevamente en un sistema ideológico, político y económico fuerte para contener los avances de los sistemas ideológicos, políticos y económicos contrarios a sus principios, especialmente el comunismo, y fue a través del Welfare State (Estado de Bienestar Social) que el capitalismo dio los primeros pasos en esa dirección.
Es importante señalar que, en este mismo periodo, específicamente en 1944 y en 1945 respectivamente, en las obras de Friedrich Hayek “Camino de la servidumbre” y “La sociedad abierta y sus enemigos” de Karl Popper, hay el inicio ideológico del neoliberalismo con propuestas contrarias al pensamiento de la participación del Estado, por ejemplo, en la salud, educación y en poner reglas en las relaciones económicas, para que ellas queden al sabor del mercado y que las relaciones laborales queden más cercanas del principio de la autonomía de la voluntad contractual, que el de la protección laboral.
No obstante, después de la Segunda Guerra Mundial, en medio de la denominada Guerra Fría, es decir, durante cerca de 30 años, llamados también de “años dorados”, hasta cerca de mediados de la década de 1970, el pensamiento de la teoría de Keynes no fue predominante, sin embargo, después de la crisis del petróleo de 1973-1974 tuvo inicio a la otra dirección. Es decir, de Hayek, Milton Friedman, Von Mise, de la Escuela de Viena y Chicago.
Este cambio está asociado a las políticas económicas neoliberales, en fines de la década de 1970 con Margaret Thatcher, en Inglaterra y Estados Unidos con Ronald Reagan, en inicio de la década de 1980, especialmente con el objetivo de derrumbe del comunismo a través del dinamismo del Neocapitalismo2, por ejemplo, con el desarrollo de la reestructuración de la producción, la globalización económica y los nuevos y crecientes procesos de fusión y compras de las empresas productiva y financieras multinacionales, el que genera cada vez más la concentración de capital para estas empresas y para los neocapitalistas. Esos procesos no solo generan creciente concentración del capital, sino también, creciente poder ideológico, político y económico de tales empresas y paralelamente, disminuye el poder de los Estados nacionales, especialmente de la sociedad occidental.
Es oportuno destacar que, al final de la década de 1980, periodo de la caída del comunismo soviético, el que va a concretizarse en 1991 con el fin de la Unión Soviética. Periodo caracterizado por no más haber necesidad del keynesianismo para contener el avance del comunismo.
Es a partir de este momento que el ideario del Neocapitalismo se convirtió en ortodoxia de las políticas neoliberales con la sedimentación de la publicación de un documento conocido como el “Consenso de Washington”. Ese escrito de 1989, redactado por John Williamson (economista del Banco Mundial), se titula What Washington Means by Policy Reform. El principal resultado del proceso de “reforma” de la presencia del Estado en la vida de los ciudadanos consiste en una brutal desinversión pública que arrasa con las empresas nacionales y con los servicios públicos más fundamentales3.
Después de la década de 1990 las políticas económicas neoliberales pasaron a ser una realidad en la sociedad occidental y el poder de la concentración del capital de las empresas multinacionales son cada vez más grande y la ausencia del Estado también, especialmente, en relaciones a los trabajadores y a los servicios públicos, inclusos, los esenciales como la sanidad, salud y educación.
En este umbral del siglo XXI, el mundo, básicamente en su totalidad, está a vivir debajo del comando del Neocapitalismo y de las políticas económicas neoliberales.       
En realidad, en el mundo actual, es difícil discernir los contornos económicos de un modelo no-capitalista, especialmente ante la actual dependencia del Neocapitalismo. Sin embargo, es posible discernir países con contornos Neocapitalista pero sin los contornos de la minimización del Estado, a todo costo, como predican los defensores del “Consenso de Washington”.
Quedó muy claro, el cuanto el neoliberalismo es malo para toda la sociedad a partir de Covid-19. Las políticas neoliberales de desregulación de mercados, mundialización y medidas de austeridad social han contribuido de manera muy clara, a la expansión de las enfermedades sociales para la humanidad.
Los investigadores apuntan que, ante la globalización económica y cultural, la humanidad está menos protegida a la pandemia, como por ejemplo, del Covid-19 por la significativa disminución de las políticas inspiradas en la red de protección social que el Estado había conseguido con una serie de conquistas sociales.
No es casualidad que los países más afectados por esta pandemia, en este momento, inicio del abril de 2020, son países donde se ha aplicado con mayor dureza las medidas de austeridad: Estados Unidos (mayor número de infectados), Italia (segundo mayor número de infectados y mayor número de muertos) y España (tercero mayor números de infectados y segundo mayor número de muertos).
Es importante decir que son países del primero mundo, pero fueron implacables en aplicar el recorte de los gastos públicos, afectando directamente a servicios como la sanidad y la salud. Señálese que, con la crisis financiera del 2008, estas políticas neoliberales de recórtes se impusieron sin pudor, en estos países.      
Por otro lado, los países que tiene una mayor participación del Estado son los países que están a conseguir a controlar la pandemia del Covid-19. Es decir, los países que no tiene la minimización del Estado como su premisa fundamental, predicada por los defensores del “Consenso de Washington”.  
En este sentido, el principal ejemplo es la Corea del Sur, el Sistema de Salud de Corea del Sur es un sistema de cobertura universal. La responsabilidad sobre el Sistema de Salud del país es del Ministerio de Salud, Bienestar y Temas de Familia.
El país asiático es actualmente el gran ejemplo de éxito involucrando el combate al Covid-19. Uno de los afectados por la pandemia, con cerca de 10 mil casos confirmados (inicio de abril), Corea del Sur presenta uno de las menores tajas de letalidad de la enfermedad en el mundo, 09%. Este indicador positivo fue fruto de una estrategia del gobierno en enfrentar el virus de forma única del mundo, dice el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha afirmado que el país es un ejemplo de que “es posible controlar el Covid-19”. Él indicó las demás naciones a aplicar “las lecciones aprendidas con el Covid-19”.
En otro extremo están los Estados Unidos, más allá de no tener un sistema de salud público es el país más afectado por el Covid-19.
En realidad, un sistema con hospitales públicos siempre fue impensable en Estados Unidos. Señálese que, Franklin Dela Rousevelt –del partido Demócrata– fue presidente por más de 12 años incluso durante la Segunda Guerra Mundial, era inmensamente popular, creó varios programas de asistencia a los más pobre, pero juzgó que no tenía apoyo suficiente para implementar un sistema de seguro de salud. Barack Obama fue el presidente a llegar más cercano de crear un sistema universal.
En lo que se refiere al Covid-19, un día después de Estados Unidos confirmaren su primero caso de Covid-19, en enero (2020), el presidente del país, Donald Trump, garantizó, en el Fórum Económico de Davos, que la situación estaba controlada. “Es solo una persona que llegó de China y tenemos todo bajo control. Todo quedará bien”, dice él a la emisora americana CNBC.
En realidad, los días se pasaron y, a pesar de los reclamos por parte de los especialistas y críticos del gobierno, Trump insistió que el Covid-19 “desaparecería” como si fuera un milagro.
Datos cerca de dos meses después –viernes (03/04/20)– muestran que el país tenía más de 245 mil infectados y más de 6 mil muertos –solo el jueves (02/04/20), fueron 1.168. Es decir, el número de muertos ya en el inicio de abril es casi el doble del que fue registrado en China, que tuvo 3,3 mil muertos por Covid-19, hasta la fecha mencionada y China ya había controlado el avance del virus.
La propia Casa Blanca ahora estima que el nuevo virus causará entre 100 y 200 mil muertes en Estados Unidos. Demoró mucho tiempo para que el presidente Trump percibirse que el Covid-19 fuera un problema grave.
Otro presidente que más allá de Trump, es decir, peor que Trump, que no percibió hasta inicio de abril que Covid-19 es algo muy grave fue Jair Bolsonaro de Brasil, mismo que tenga cerca de 9.600 infectados y 359 brasileños muertos,  en 03/04/20.
Estos presidentes defienden que la economía es más importante que la vida de las personas, y solo debe detener la economía cuando las cosas están en un estado insostenible.
En dirección contraria de estos presidentes podremos hacer la cita del presidente da Nación Argentina, Alberto Fernández. Fernández tomó inmediatamente las medidas correctas, percibiendo que el Covid-19 era y es un problema grave, trató de cerrar la mayoría de las actividades económicas y dejar abierta solo las actividades esenciales, inicialmente los supermercados y las farmacias. Es decir, ante las medidas tomadas por Alberto Fernández, se puede a decir que para al Presidente de la Nación Argentina la vida de las personas es más importante que la economía.
Es oportuno señalar que la “economía” es posible recuperar pero la vida que se fuera es imposible. Jurídicamente se afirma que la vida es el nuestro mayor patrimonio.
Es decir, Donald Trump y Jair Bolsonaro están guiados por óptica de los defensores del neoliberalismo. Este mismo neoliberalismo ahora va a estar en una nueva ruta, ya que los Estados Unidos ya está en una profunda crisis. Una crisis más profundizada que la de 1929.
En los Estados Unidos, solo en mes de marzo fueron desempleadas más de 700 mil personas. Mientras EEUU está por entrar en la crisis por causa del Covid-19 y China está a recuperarse y a quedarse cada vez más fuerte, sino también a producir insumos y equipos para contener el avance del Covid-19 en el mundo.
Estamos mirando que China, a partir del Covid-19, empieza definitivamente a asumir el primer lugar como la mayor potencia económica del mundo, ante a contemplarse como un Estado fuerte para combatir la pandemia. Por otro lado, los países neoliberales, con su óptica en defensa de la minimización estatal, muestran sus debilidades en la protección social, las cuales fueron conquistadas, especialmente, por los trabajadores después de muchas luchas.
Es decir, mientras el mundo Neocapitalista occidental está comprometido debajo de la óptica de la financerización y del neoliberalismo. Sin embargo, China está comprometida con un proyecto de Estado y fuertes inversiones en avances tecnológicos, por ejemplo, la plataforma 5G y con proyectos como el “Made in China”. Se trata de la plena integración entre producción, distribución, circulación, oferta y demanda y datos financieros.  
En realidad, una nueva orden mundial está a instalarse en el mundo, la Nueva Ruta de la Seda, estamos a empezar una especie de nueva guerra fría: está será más peligrosa que fue a del siglo XX o será una forma de equilibrio del neoliberalismo?
La Nueva Ruta de la Seda, oficialmente denominada por el Gobierno de China como “ONE BELT ONE ROAD” (OBOR), tiene como objetivo elevar a la República Popular de la China a la posición de liderazgo económico, comercial y cultural mundial. Estrategia para la integración de la Euroasia. Es oportuno destacar que, en marzo de 2019, poco antes del segundo Fórum, Italia y China firmaron entendimiento de carácter no vinculante, pero que inserta el país europeo en OBOR. La Italia es el primer país del G7 a pasar a componer al OBOR. Este país consiste en un componente de suma importancia de las estrategias de China. No es casualidad que China fue, entre los primeros países, a socorrer a Italia en la pandemia del Covid-19.
Señálese que las concepciones económicas, de China, también tienen bases Neocapitalistas, sin embargo, las concepciones políticas son diferentes. En realidad, está basado por un Proyecto Nacional y Socialismo de Mercado. El Partido Comunista, más allá de ejercer el poder político, también tiene su poder sobre toda la economía.
La China se está transformando en un espejo y una alternativa al neoliberalismo occidental. Por ejemplo, en la crisis de 2008 el Estado ha demostrado una inmensa capacidad de coordinación para colocar sus decenas de conglomerados  y sistema financiero a ejecutar grandes obras de infraestructura que amortecieron los efectos de esta crisis.  .  
Es decir, de un lado tenemos a China, con un Proyecto Nacional y una economía a servicio de la producción, distribución, circulación, oferta y demanda y datos financieros. Del otro lado, los países neoliberales con la defensa al proceso de minimización del Estado, menos protección social, menos servicios públicos fundamentales, es decir, menos, menos y menos. En estos países, solo el que aumenta es la especulación, la acumulación de capital y no es casualidad que los bancos registran continuadamente, en todos los años, demasiadas ganancias.
Esas son las configuraciones ideológicas, políticas y económicas que se presenta en este inicio de la década de 20 del siglo XXI con Covid-19. No es que la Democracia está débil, porque el país que es el gran ejemplo de actuación y combate al Coronavirus es un país democrático, Corea del Sur, pero no es un país neoliberal.
Es decir, el modelo neoliberal es el que está en jaque, ante la pandemia del Covid-19, esperemos que este modelo perverso para los trabajadores y la mayoría de la humanidad sea aniquilado y que sigamos nuevos caminos.  
Ahora tenemos que esperar los cambios Post-Covid-19 para saber cómo va acomodarse este nuevo momento, queda muy claro que estamos por vivir en un importante momento histórico de la humanidad.                                                                                              
 
1MORELLO, Augusto M. La corte suprema en el sistema político. La Plata: Platense, 2005.
2CUNHA, Nilton Pereira da. El Neocapitalismo. Disponible en: www.aal.org.ar/articulo_revista/el-neocapitalsimo-2/. Acceso en: 04/04/2020.
3BIAGINI, Hugo; PEYCHAUX, Diego Fernández. El neuroliberalismo y la ética del más fuerte. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Editor Octubre, 2014.
 
Referencias
Angélica Pérez – El neoliberalismo tiene responsabilidad en la crisis planetaria, afirman médicos y expertos. Disponible en: http://www.rfi.fr/es/economia/20200330-el-neoliberalismo-tiene-responsabilidad-en-esta-crisis-planetaria-afirman-m%C3%A9dicos-y-expertos. Acceso en: 05/04/2020.
BIAGINI, Hugo; PEYCHAUX, Diego Fernández. El neuroliberalismo y la ética del más fuerte. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Editor Octubre, 2014.
CUNHA, Nilton Pereira da. El Neocapitalismo. Disponible en: www.aal.org.ar/articulo_revista/el-neocapitalsimo-2/. Acceso en: 04/04/2020.
MORELLO, Augusto M. La corte suprema en el sistema político. La Plata: Platense, 2005.
 
 
Pereira da Cunha, Nilton: Doctorando en Derecho, Maestría en Ciencia de la Educación, Posgrado en Psicopedagogía, Educación Especial y Derecho del Trabajo y grado en Derecho y Música.
 
 
Imagen: La marcha de los cosecheros, de Antonio Berni

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