La unidad en la acción respecto de todos los trabajadores de los movimientos y demás, y su correlato en la Asociación, donde todos los abogados y abogadas que la conformamos tenemos esta misma mirada respecto de las relaciones laborales, “les faltaba ese componente de democracia real y de igualdad real entre nosotros, que se iba a plasmar el día que se designara una conducción paritaria o mayoritariamente ocupada por mujeres, como es el caso de esta nueva conducción”.
Esto es un logro colectivo producto de muchos años de trabajo dentro de la Asociación, nos hemos juntado varias abogadas laboralistas y conformamos la Comisión de la Mujer Trabajadora, integrada por quienes hoy ocupa la vicepresidencia María Paula Lozano y la secretaría general, Mariana Amartino, y otras compañeras que también están en cargos de conducción o en algunas comisiones de trabajo como Graciela Sosa, Fabiana Sosa, Verónica Nuguer, María Alicia Calviño, Aldana Cepeda, Claudia Marchese, María Terragno y todas, en su gran mayoría, hace muchos años que ejercemos la abogacía laboralista, que somos asesoras sindicales, que acompañamos a los trabajadores en sus reclamos, que nos capacitamos específicamente en la temática de género, que producimos artículos, que publicamos, que debatimos en los congresos.
La cuestión de la ley Micaela, también parece planteada como algo inocuo, en el sentido de que tendría una baja incidencia en el ámbito público incluso en el ámbito privado, o qué implica un costo relativamente soportable para las arcas públicas en su implementación, pero me parece que hay en la llave muy importante, si es que se lleva adelante de forma adecuada y a conciencia, como para empezar a transformar un poco la forma de ejercer el poder.
Esta idea de que todos los funcionarios públicos deben capacitarse en violencia de género y en perspectiva de género, para incorporar esa mirada en todos los actos públicos, y que esta ley también se la hayan apropiado los sindicatos, y empiecen a plantear qué es necesario incluir estos temas en sus agendas, en la negociación colectiva, en los estatutos sindicales; la verdad que aparece como muy auspicioso en términos de transformación.
Yo creo que para la Asociación esto tiene más que nada un valor simbólico, no significa un cambio de rumbo, no significa un corrimiento de la línea de trabajo y de nuestra perspectiva y de nuestra defensa a raja tabla del principio protectorio, y del mundo del trabajo mirado siempre desde la tutela de los trabajadores; sí significa reconocer que hay posibilidad de transformar las estructuras y transformar los procesos de decisión. Creo que no es menor que se decida colocar a la cabeza a tres mujeres, significa apostar a nuevas formas de conducción y me parece que ahí está el desafío.
La posibilidad de hacer, cosa que hasta acá, al estar en la retaguardia en general denunciando, que éramos marginadas de todos los espacios de conducción, al salir de ese clóset político e ingresar a la primera línea de ofensiva, y también defensiva, eso nos coloca frente a un desafío muy grande qué significa pensar: que tenemos de diferente y de mejor para ofrecer a una Asociación como la nuestra, qué aportes se omitieron, o qué estrategias, alianzas, dejamos de probar antiguamente, que ahora pondríamos a prueba; incluso confrontar si hubiera que confrontar todas características que ingeniera las mujeres no fueron negadas, porque no fuimos preparadas para eso con lo cual tuvimos que hacer un camino de desandar para volver a pensar cómo afrontar esta nueva época, en donde claramente, la paridad se empieza a convertir en una realidad que nos demanda otras respuestas.
Cuando pensamos en la situación de las mujeres trabajadoras, en sus ámbitos, tanto en el acceso como en la permanencia y en su vida jubilatoria, si la miramos desde una perspectiva de género vemos este una profunda discriminación y una profunda desigualdad, la misma que vemos en todos los ámbitos públicos y privados, donde comparamos cómo es la vida de las mujeres respecto de la vida de los varones.
Que se discutiendo leyes de cupo, que se haya aprobado recientemente el cupo laboral trans en el ámbito público, que se estén discutiendo protocolos de actuación al interior de los sindicatos para intervenir en situaciones de violencia de género, que se hayan trazado desde el estado políticas claras en materia de violencia de género y en materia de cuidados, da cuenta de que estos temas están en agenda como prioritarios.
La construcción de un contrapoder nunca es fácil; el poder no es zonzo lo detecta claramente, lo ve venir y se resiste, pero en esta cosa cotidiana, de ir marcando la diferencia, quizá se puedan ir logrando pequeños cambios que terminen por ser un gran cambio, o un cambio profundo.
La Asociación Abogados y Abogadas Laboralistas se crean en 1958 de oportunidad en que confluyen diferentes abogados de distintas extracciones político partidarias y que claramente tenían en común esta mirada de las relaciones laborales desde el principio protectorio, con una ley de contrato de trabajo que recién fue dictada en 1974, pero que lo que de alguna manera, recogía todo ese avance, en materia de derechos sociales, se había hecho muy fuerte y muy presente tanto en Argentina como en la región.
A partir de su organización empiezan a producir doctrina, a discutir los temas vinculados al mundo del trabajo, participar de las actividades académicas, de publicaciones en los que se discutían muy fuertemente, cuál debía ser la política en materia de derechos laborales, la función del estado.
Claramente creció, obviamente al calor de los cambios políticos, que sacudieron la Argentina. En la crisis del 2001 la Asociación protagonizó los cacerolazos contra la corte suprema de la mayoría automática. Recordamos esa gesta, porque se fueron sumando personas que nada tenían que ver ni con la actividad judicial, ni con la abogacía laboralista, ni siquiera con sindicatos, sino que mucha gente espontáneamente se fue sumando, porque había un descontento muy grande.
Se fue logrando que los cortesanos fueron renunciando de a uno, y no menos lamentable fue todos los embates que sufrimos durante el macrismo. Se nos acusó de los mafiosos, la mafia de los juicios laborales, se persiguió a muchos jueces laborales por los contenidos de sus sentencias, se persiguió a sindicatos, se nos ha presentado otro escenario hostil, como es el actual, producto de las crisis sociales y económicas, pero también agravadas por la pandemia, que nos obligan a estar alertas, exigiendo a todos los poderes del estado, especialmente al poder judicial, que den respuestas a la altura de la crisis que estamos atravesando.