junio 2019

EL NEOCAPITALISMO Y LA AUTORIDAD DEL ALGORITMO EN EL MUNDO LABORAL DEL SIGLO XXI

Compartir en las redes sociales

El neocapitalismo1 postindustrial permitió y permite la implementación de las políticas económicas neoliberales, es el gran motor de la precariedad de la relación laboral en este umbral del siglo XXI.
En el capitalismo, el absolutismo dio lugar a un nuevo orden, el liberalismo, ese cambio se tornó un proceso radical, donde las concepciones sociales, políticas, ideológicas y económicas pasaron a exigirle a las autoridades la separación institucional de la sociedad en dos partes: una económica y otra política. En el actual escenario del neocapitalismo, con el poder ideológico y económico de las empresas multinacionales, no hay una separación institucional, sino una sumisión de la política, del Estado a la economía, especialmente en los países en desarrollo, como Brasil y Argentina.
Percibir esta sumisión es central para comprender la diferencia entre el capitalismo y neocapitalismo, como también del liberalismo y neoliberalismo. Sin la comprensión de la complejidad que el neocapitalismo implementó y implementa en la economía globalizada, pensar que estamos a volver al siglo XIX es no comprender la complejidad contemporánea y no comprenderla es quedarse cada vez más difícil de desarrollar alternativas y nuevos caminos para la humanidad. Se fuera sólo la vuelta al siglo XIX bastaba aplicar los remedios del siglo XX: el Constitucionalismo Social y el keynesianismo, que podríamos a volver a los “30 años de oro”.
Señálese que la complejidad que involucra las estructuras del neocapitalismo es muy grande y tenemos que buscar alternativas planetarias, mundiales, ya que la economía es mundial, las empresas son cada vez más multinacionales y afecta directamente el mundo del trabajo y promueve la precariedad laboral que en las últimas décadas ha afectado a los trabajadores en todo mundo, desarrollando crisis y tensiones mundiales, es decir, generando la injusticia y peligro a la paz mundial.     
Es oportuno destacar que el mundo del trabajo, desde la Revolución Comercial y Científica de los siglos XVI y XVII, período también del inicio del capitalismo y, sobre todo, con el advenimiento de la Revolución Industrial en el siglo XVIII, ha sufrido cambios significativos, los cuales se extienden hasta los días actuales.
Inicialmente, esos cambios eran largos, ahora, en la actual sociedad denominada por muchos estudiosos de postmoderna2 y con la designada Cuarta Revolución Industrial, ellos son cada vez más veloz, avasalladores y causan un inconmensurable impacto en el perfil de trabajador, en el mercado de trabajo y locales de trabajo en todo mundo.
Los historiadores dividen esas etapas de la siguiente forma: la Primera Revolución Industrial fue entre 1760 hasta cerca de mediados del siglo XIX, testificó el inicio de la aplicación de la maquinaria a la industria, ella lanzó los cimientos de la nuestra civilización mecánica moderna. El primero dispositivo desarrollado fue el spinning jenny o máquina de fiar inventado por James Hargreaves en 1767, después tenemos la máquina a vapor de Thomas Newcomen y su perfeccionamiento con James Watt.
La Segunda Revolución Industrial es de cerca de 1860 hasta en torno de mediados del siglo XX y tuvo impactos significativos en el mundo del trabajo y en todo ámbito social. Entre los principales acontecimientos de esa revolución que se difiere de la primera son: 1) la sustitución del hierro por el acero como material industrial básico; 2) la substitución del vapor por la electricidad; 3) el desarrollo de la máquina automática y de un alto grado de especialización del trabajo; 4) el uso de metales leves y de los productos de la química industrial; 5) mudanza radicales en los transportes y comunicaciones; 6) el desarrollado de nuevas formas de organización capitalista; y 7) la extensión de la industrialización a la Europa Central y Oriental y mismo al Extremo Oriente3.
La Tercera Revolución Industrial es de cerca de mediados del siglo XX hasta la última década de este mismo siglo y es caracterizada por el uso de la robótica y por la “reestructuración productiva”, desarrollada luego después de la Segunda Guerra Mundial y que desencadenó profundas evoluciones en el área tecnológica, principalmente con la junción del conocimiento científico y producción industrial y los avances de los medios de comunicación e información.
Y la Cuarta Revolución Industrial iniciada en umbral del siglo XXI, estamos sólo en su inicio, es caracterizada por la fusión de nuevas tecnologías en los mundos físico, digital y biológico, sobre todo con la revolución biotecnológica y infotecnológica, con el uso de la inteligencia artificial (AI) y de los algoritmos, con amplias y profundos cambios en el ámbito social, económico y laboral de la sociedad contemporánea.  
Es oportuno aquí destacar que las relaciones económicas y laborales, en cada transformación, avance científico y perfeccionamiento de las herramientas y técnicas que afectan el mundo del trabajo, es el trabajador quien sufre los impactos más graves de los cambios, por ser la parte más débil de la relación laboral, la parte más vulnerable ante de la su condición de hiposuficiente. En la actual coyuntura también sufren fuertes impactos a las pequeñas y medias empresas de ámbito nacional, debido la competitividad con las corporaciones multinacionales.
No se puede dejar de decir que la condición salarial del empleo fue una característica fundamental de la revolución industria, en el capitalismo, el trabajador pasó a ser guiado por las relaciones económicas, cuando la ocupación4 de una actividad laboral, que antes era realizada para resolver problemas inmediatos, fue sustituida por la lógica del trabajo continuo y de la venda de la fuerza física al burgués capitalista industrial, que a través de un salario (una cuantía en dinero) pasó a ser la forma del trabajador conquistar el su sustento y de su familia y de realmente se sentir pertenencia a la sociedad.
Sin embargo, el neocapitalismo postindustrial está cambiando toda esa lógica, o sea, a la condición salarial del empleo característica de la revolución industrial de la era moderna industrial está quedándose para tras, el empleo asalariado y de un contrato de trabajo de plazo indeterminado, este último, desarrollado especialmente con el surgimiento del modelo de producción fordista y después del constitucionalismo social del inicio del siglo XX, dejaron de ser características de las relaciones laborales contemporáneas. Es oportuno señalar que, el trabajo posee una relación con el humano objetiva y subjetiva.
Eses cambios están asociadas a las estructuras que fueron desarrollándose en el sentido de sustentación hegemónica del neocapitalismo, y que desde la Tercera y especialmente con la Cuarta Revolución Industrial se presenta como la alternativa laboral para la mayoría de los trabajadores.
El neocapitalismo, después del período postguerra fue desarrollando mecanismos y sumando fuerzas, es decir, una reacción teórica, política y pragmática vehemente contra el Estado intervencionista y de bienestar defendido por el liberal Keynes.
En este sentido es importante destacar que la teoría de John Mayard Keynes fue desarrollada por causa de las circunstancias presentadas por la Grande Depresión (1929), el objetivo final que pretendía su teoría, en aquel momento, era salvaguardar el futuro del capitalismo y frenar el avance del comunismo.
Los fenómenos del neocapitalismo son cualitativamente nuevos de la historia del capitalismo, por ejemplo: la influencia y defensa ideológica de los académicos y políticos, miembros de Sociedad de Mont Pèlerin  (a partir de 1947 fomentaron la concretización de la políticas neoliberales a partir de fines de la década 1970); la reestructuración de la producción (el toyotismo que fue implementado en Japón, a partir de 1947 y llega al Occidente a partir de mediados de la década de 1970); la globalización económica, política y cultural (a partir de la década de 1970); las políticas económicas de neoliberalismo (a partir de Thatcher y Reagan); la expansión de los grupos de empresas multinacionales (a partir de la década de 1990) y en este umbral de siglo XXI, el uso de los desarrollos tecnológicos, tales como: la inteligencia artificial y los algoritmos, no para movilizar los trabajadores a las industrias, al mercado de trabajo formal, más sustituirlos y sacarlos del mercado laboral industrial y a cambiar los trabajadores formales a trabajadores informales, es decir, precariedad laboral.
Señálese que hay diferencias significativas en los mecanismos usados por el capitalismo en relación a los mecanismos del neocapitalismo.
Los mecanismos estructurales del capitalismo, tales como: el derecho, la educación, la religión, fueron usados para movilizar la fuerza de trabajo y garantizar la ganancia al emergente sistema capitalista, especialmente con el trabajo asalariado en las industrias.  Incluso, con el control social, de forma racional, sobre todo, usándose legislaciones penales, fue una de las maneras usadas para satisfacer la voluntad y los deseos de la clase dominante liberal burguesa empresarial, que ahora disponía de un ejército de trabajadores que fortalecía y salvaguardaba al emergente sistema capitalista industrial.
Los capitalistas, para tener un ejército de mano de obra disponible en la Revolución Industrial del siglo XVIII, tuvo que imperiosamente recurrir al disciplinamiento5, ya que ningún trabajador libre aceptaría realizar labores intrínsecamente relacionadas a la miseria urbana y proletaria en las minas de carbón y las fábricas del inicio de tal revolución.
En este sentido subraya Raul Zaffaroni6 que el sistema penal fue inmensamente cruel y sanguinario en el momento de la concentración urbana y de control formal punitivo en la era industrial.
La obligación de trabajar no sólo se instauró en ciudades y en fábricas, sino que también llegó al campo, especialmente en el nuevo mundo, América.
En este sentido comenta Abelardo Levaggi, en Argentina, los varones libres sin profesión, oficio ni capital fueron obligados a emplearse, o sea, a trabajar en relación de dependencia, en la ciudad o el campo, a cambio de un salario. Quien infringía esa obligación, y no podía probar la condición de jornalero o salariado, era considerado vago e inoperante, juzgado y obligado a trabajar7.
En el capitalismo la gente era movilizada para el trabajo en las industrias, mientras en el neocapitalismo es totalmente diferente, los mecanismos estructurales son desarrollados para cada vez más haber menos trabajadores en las industrias, es decir, menos empleados, menos empleo formal.
Las estructuras, del neocapitalismo, tienen sus orígenes ideológicos en las obras de Friedrich Hayek y Karl Popper, respectivamente: El camino de la servidumbre, de 1944, y La sociedad abierta y sus enemigos, de 1945.
Señálese que, en 1947, mientras las bases del Estado de bienestar en Europa de la posguerra efectivamente se construían, no solamente en Inglaterra sino también en otros países, en ese momento Hayek convocó a aquellos que compartían su orientación ideológica a una reunión en la pequeña estación de Mont Pèlerin, en Suiza. Entre los célebres participantes no sólo había adversarios firmes del Estado de bienestar europeo, sino también enemigos férreos del New Deal norteamericano. En la selecta asistencia se encontraban Milton Friedman, Karl Popper, Lionel Robbins, Ludwig Von Mises, Walter Eupken, Walter Lipman, Michael Polanyi, Salvador de Madariaga, entre otros. Ahí se formó la Sociedad de Mont Pèlerin, una especie de franco-masonería neoliberal, altamente dedicada y organizada, con reuniones internacionales cada dos años. Su propósito era combatir el keynesianismo y el solidarismo reinantes y preparar las bases de otro tipo de capitalismo, duro y libre de reglas para el futuro, es decir, el neocapitalismo.
En 1947, tuvimos, además de la formación da Sociedad Mont Pèlerin, los primeros pasos para el nuevo modelo de producción industrial. Fue en este año que Taiichi Ohno desafió el sistema antiguo, el Sistema Ford, y dio inicio al Sistema Toyota de Producción, mediante la automatización y el just-in-time, que tenía como base la búsqueda de eliminación del desperdicio y la reducción de los costos8. Es decir, reducción de empleados en la industria.
La dinámica del toyotismo corresponde a la transición del operador unifuncional para el multifuncional, esto ocurrió sin problema Japón, al mismo tiempo que se produjo una resistencia inicial por partes de los trabajadores, aunque en el sistema en Japón los obreros adquieren un amplio espectro de habilidades productivas, lo que facilitó la aplicación de este modelo sin mucha resistencia. Además, en 1950, Taiichi Ohno asume la gerencia de la Toyota Motor Company, época también de la deflagración de la Guerra de Corea. En realidad, hubo una especie de conspiración a favor de la implantación del modelo Toyota de Producción, ya que la meta de reducción de los trabajadores en las fábricas pasó a ser una necesidad del Estado para que los hombres pudiesen ir a la guerra, en defesa de Corea del Sur, aliada del Japón.   
Hasta la crisis del petróleo de 1973, el Sistema Toyota de Producción no había despertado intereses de la industria internacional. Sin embargo, después de esta crisis pasó a ser el modelo a ser imitado en todo el mundo.
Este modelo se ha convertido, para los países del Occidente, en una de las alternativas posibles para el retorno de la lógica de acumulación del capital, es decir, al neocapitalismo postindustrial ya que, desde el comienzo del siglo XX, el capitalismo había sido domesticado con el crecimiento de otras fuerzas ideológicas, políticas y económicas tales como: anarquismo, nazismo, comunismo. Este último era considerado un contrapunto a la altura del capitalismo, pero a mediados de la década de 1970 comienza su decadencia y es a partir de este periodo que el capitalismo de economía mixta pasó a ceder espacios y el retorno de la lógica del capitalismo liberal, por lo cual cada vez más se revigorizan sus fuerzas con nuevas formas de producción, con las aceptaciones en el mundo político de las ideas de los miembros de la Sociedad de Mont Pèlerin, así como con la globalización económica, laboral, política y con la flexibilidad y desregulación en las relaciones laborales, o sea, hay se transformado en el neocapitalismo globalizado y hegemónico, que ahora no es más la lógica de capitalismo industrial liberal, que había dos lados: la economía y la política. En el neocapitalismo hay a dependencia total de la política a la economía.
Nunca tuvimos tan dependientes de la lógica del neocapitalismo como en la contemporaneidad. Esta lógica implementada de forma pragmática con el nuevo modelo de producción y la expansión de las empresas multinacionales, desencadenan planetariamente una creciente disminución de la fuerza de trabajo humano, sustitución por los autónomos, la inteligencia artificial, los logaritmos, convirtiéndose así en una gran compañera de la acumulación flexible del capital, mediante las desregulaciones de los derechos de los trabajadores y disminución de la fuerza sindical.
Más allá también hay el creciente proceso de desterritorialización de la producción para los países que tenga poco o hasta mismo ninguna garantía laboral para los empleados.
Señálese que para los miembros de la Sociedad de Mont Pèlerin, la raíz de la crisis de 1973 estaba ubicada en el poder excesivo y nefasto de los sindicatos y, de manera más general, del movimiento obrero que había corroído las bases de acumulación reivindicativa sobre los salarios y con presión parasitaria para que el Estado aumentara cada vez más los costos sociales.
Los miembros de esta Sociedad son los arquitectos ideológicos del proceso de desarrollo del neocapitalismo, tal proceso sedimenta las políticas neoliberales. Estas políticas tienen como premisa la privatización, flexbilización y desregulación de las leyes laborales, es decir, abajo la intervención del Estado. La Sociedad de Mont Pèlerin defiende el libre mercado y los valores políticos de una sociedad abierta, orientada por un ideario de acumulación flexible de capital.
Es oportuno destacar que, al final de la década de 1980, periodo de la caída del comunismo soviético, algo que se viene a concretizarse en 1991 con el fin de Unión Soviética, el ideario del neocapitalismo se convirtió en ortodoxia de las políticas económicas del Estado con la implementación a todo costo de las políticas neoliberales, por ejemplo, en Brasil y Argentina.
El punto central para tal proceso fue a partir de la sedimentación de la publicación de un documento conocido como el “Consenso de Washington”. Ese escrito de 1989, redactado por John Williamson (economista del Banco Mundial), se titula What Washington Means by Policy Reform. El principal resultado del proceso de “reforma” de la presencia del Estado en la vida de los ciudadanos consiste en una brutal desinversión pública que arrasa con las empresas nacionales y con los servicios públicos más fundamentales9.      
Sumando fuerza al neocapitalismo y la implementación de las políticas económicas neoliberales, en la década de 1980 tenemos el desarrollo de la globalización económica.
Esa nueva economía está basada en el desarrollo de las tecnologías de la información y de la comunicación. Las nuevas y dinámicas tecnologías proporcionan la infraestructura necesaria a la mundialización económica con una velocidad y complejidad sin precedentes en la historia de la humanidad.
En este sentido escribe Manuel Castells:
Pueden funcionar en tiempo real o en horarios determinados y, además, la flexibilidad del nuevo sistema tecnológico torna posible esta nueva economía seleccionar sus componentes en el planeta, en una geometría de búsqueda de valor infinitivamente variable. Esto implica a dejar de lado territorios y pueblos económicamente sin valor o desvalorizados. Así, la economía global es al mismo tiempo, extraordinariamente inclusiva para lo que es valorizado en las redes de interacción empresarial y altamente capaz de excluir aquello que tiene poco o ningún interés en determinado tiempo y lugar. No hay juicio de valor en las redes electrónicas, sólo  cotejar el valor – medido cada vez más en términos de la expectativa de crecimiento del capital (CASTELLS, 2004, p. 82)10.     
La globalización económica creó presiones para reducir la red protectora de ingresos de los trabajadores y de los servicios sociales, sobre todo de los estados nacionales, especialmente con el proceso de desterritorialización de la producción, que promueve el desempleo estructural11. Es decir, ha fortalecido el poder político del capital sobre el trabajo y disminución de la permanencia de una red de protección más fuerte para los trabajadores.
Entre los fenómenos cualitativamente más recientes del neocapitalismo en relación al capitalismo clásico, están la expansión y las acciones de las empresas multinacionales (EMN) a partir de las últimas décadas del siglo XX, comparadas entonces, a una especie de pulpos con numerosos brazos o extensiones, pero dependiendo de un mismo centro, geográficamente localizado, donde se elabora la estrategia de conjunto y de donde parten las impulsiones.  
En ese sentido describe la Central Latinoamericana de Trabajadores (CLAT):
Hoy predomina la empresa global, que no tiene más un centro conocido, sino una red constituida por diferentes elementos complementarios, diseminados a través del planeta y que se articulan unos con otros según una pura racionalidad económica, obediente a sólo dos palabras: rentabilidad y productividad (CLAT, 1993, p. 20)12.
Entonces, una empresa de Alemania puede instalar sus centros de investigación en Francia, comprar máquinas en Corea del Sur, establecer sus fábricas en Brasil, elaborar su campaña de marketing y de publicidad en USA, vender en China, tener sus sociedades de capital mixto en Argentina, México, Italia.
Las EMN buscan la forma de desplazar continuamente sus bases con el objetivo de aumentar incesantemente la productividad y el lucro máximo; esta obsesión la conduce a producir donde los costos de salarios son más bajos y la venta donde los niveles de vida son más altos.
Esas empresas hacen importantes inversiones en automatización, robotización y más reciente en el uso de la inteligencia artificial (IA) y de los algoritmos, con nuevas organizaciones de trabajo, provocan desempleos masivos que traumatizan a los trabajadores, incluso, en países desarrollados, sobre todo porque el capital no tiene nación y la liquidación de millones de empleos no se compensa con la creación de nuevos en otros sectores.
Algo parecido ocurrió en la Segunda Revolución Industrial, los empleos no fueron creados en la Europa industrial
Un importante factor práctico que cambió del capitalismo para el neocapitalismo es el tiempo de trabajo de los seres humanos. En la línea de producción del fordismo, el trabajador había la hora de llegar y salir del trabajo. En el neocapitalismo, el espacio temporal del trabajo y sus horas libre para el convivio con la familia, amigos, ocio no hay definición.
Hoy, la jornada de trabajo con el uso de nuevos aplicativos, nuevas plataformas tecnológicas este espacio entre el trabajo y sus horas libres no hay definición, especialmente para los trabajadores que no tiene una relación de empleo. El trabajo temporal es permanente, un nuevo tipo de relación laboral según la cual el trabajador debe estar siempre a disposición. Es decir, el que otrora era “proletariado” ahora es el “precariado”.
En este sentido subraya Zygmunt Bauman y Leonias Donskis:
La gran pregunta, la pregunta de la vida o muerte, es si el “precariado” puede ser clasificado como “agente histórico”, tal como el “proletariado” fue (o si esperó que fuera) capaz de actuar solidariamente y buscar un concepto común de justicia social y una visión común de “buena sociedad”, una sociedad hospitalera a todos los sus miembros. Esa pregunta sólo puede ser respondida por la manera como nosotros, los precarios, actuamos – sólo, en equipo o todos juntos. Se puede suponer, sin embargo, que, mientras el “Estado social” buscó dar respuesta a esa pregunta de manera positiva, la presión concentrada de los actuales gobiernos y órganos intergubernamentales sobre cortes en los gastos sociales (cortes en las provisiones para los pobres e indolentes, con aumento para los ricos y poderosos), intencionalmente o no, se vuelta para convertirse implausible, se no totalmente imposible, una respuesta positiva (BAUMAN; DONSKIS, 2014, p. 83)13.
Especialmente, a partir de la década de 1990, con la implementación de las políticas económicas neoliberales de flexibilización y desregulación de las relaciones laborales, más allá de las nuevas tecnologías, nuevas formas de organizaciones, nuevos modos de explotación, nuevos tipos de trabajo y nuevos mercados emergen una nueva manera de acumular capital.
En este escenario, es importante destacar que, “el proletariado” del capitalismo, es ahora, en el neocapitalismo, “el precariado”, caracterizado por el trabajo eventuales, contratos por tiempo determinado, salaros bajos, inseguridad, inestabilidad y la sobrecalificación.
Por ejemplo, en España, en relación a los sobrecualificados, 31% de los trabajadores de entre 25 y 54 años tiene un nivel de formación por encima del que exige su empleo, cuando la media europea se sitúa en el 19%. Irlanda (29%), Chipre (27%), Bélgica (22%), Bulgaria (21%) y Austria (21%) son los estados que siguen a España en la lista de capeones de la sobre cualificación. Cabe señalar que los datos que la oficina de estadística Eurostat difundió corresponde al 2008, cuando la tasa de desempleo estaba muy por debajo del 22,6% actual (45% entre los jóvenes), así que es posible que hoy en día haya aún más personas en esta situación14.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) difundió dos importantes publicaciones: Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo – Tendencias 2018 (OIT, Ginebra, 2018) y Panorama Laboral 2017 América Latina y Caribe (OIT, Lima, 2017). En esos documentos hay informaciones y análisis muy preciosos.
La fuerza de trabajo mundial es de la orden de 3,3 billones de personas, de las cuales más de 190 millones están desempleadas. Aumenta el contingente de los desalentados, personas que desistieron de procurar empleos.
La América Latina y el Caribe concentran una fuerza de trabajo de 300 millones de personas, con 20 millones de desempleados y casi 36% de los ocupados en empleos vulnerables.
La OIT estima que 42% de los empleos en el mundo son desprotegidos, número que crece desde 2012. Hay, por lo tanto, un fenómeno estructural de aumento de los empleos vulnerables (trabajadores por cuenta propia, trabajadores asalariados sin registro) en un contexto de altas tajas de desempleo de larga duración. En los países en desarrollo, los empleos vulnerables llegan a 76% de las ocupaciones.
Cabe destacar que los robots y logaritmos cada vez más sustituyen el trabajo humano y las tecnologías digitales juntamente con la infraestructura de comunicación global están alterando significativamente los conceptos tradicionales de trabajo y remuneración.
Esta economía abajo de la demanda es insustentable ya que los logaritmos y los robots no pueden ofrecer esa demanda, ellos pueden proporcionar mayor eficiencia y mayor producción, sin embargo, no aumentan la demanda, sólo quien puede proporcionar aumento de la demanda es el ser humano, especialmente, el trabajador, desde que tenga trabajo y recibiendo ingresos por su labor.
Sin embargo, en el actual escenario de la relación laboral, la tecnología, que era para beneficiar toda la gente, está proporcionando sólo más concentración de ingresos, para una cantidad cada vez más ínfima de neocapitalistas, quiebra de las pequeñas y medias empresas nacionales, desempleo estructural en masa y el aumento del trabajo precariado sin protección social, como es el caso de las apps, el que significa decir, que caminamos cada vez más en el sentido de la disminución de la demanda y aumento de la producción. Eso es inconsistente y sólo puede llevar la sociedad a las crisis, depresiones y tensiones sociales.
En la teoría de la superproducción de Thomas Malthus (1766 – 1834), el segundo tipo de acumulación de capital, involucra los cambios tecnológicos en lo que se refiere al aumento de la productividad, este aumento de productividad a través del uso de la tecnología, consecuentemente afectaría en la disminución de la fuerza de trabajo humano, o sea, desempleo, indiscutiblemente habrá disminución de la demanda. Para Malthus, el problema era que, con el progreso del capitalismo, había una tendencia para los capitalistas cada vez más acumular capital.  Esta lógica tiende a criar desequilibrio, en que la demanda agregada es insuficiente para comprar todas las mercancías producidas15.
Malthus añadía que tal proceso de acumulación de capital por parte de los capitalistas, hoy neocapitalista, resultaban y continúan a resultar en crisis que se repiten o en depresiones. En las depresiones, tantos los capitalistas como los actuales neocapitalistas encuentran dificultad para encontrar compradores para los sus productos, la capacidad de producción queda ociosa, el desempleo es mucho peor del que el habitual y el aumento de la pobreza y del sufrimiento social son los resultados inevitables.
Está lógica malthesiana, que tiene más de 200 años, está presente en los días actuales como nunca tuvo, con el desarrollo de los robots, de la inteligencia artificial y de los logaritmos en el proceso productivo y en las prestaciones de servicios. Es decir, la tecnología que debería ser desarrollada para mejorar la vida de la humanidad está siendo usado por el poder del capital para atrapar los seres humanos, en verdad, es eso que estamos presenciando en el actual escenario, una disminución significativa de la mano de obra humana, consecuentemente, una reducción del consumo, el que genera más desempleo y precariedad laboral.
 El sociólogo Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, señaló que, desde 2011, el desempleo y la precariedad laboral vienen creciendo y que afectan a casi el 50% del total de los trabajadores.
En 2018 las patronales argentinas eliminaron 191.000 puestos de trabajo; en la industria se perdieron 62.000 y el 2019 avanza en esa misma tendencia. También el salario fue variable del ajuste: el poder adquisitivo de los trabajadores, jubilados y pensionados se desplomó en este periodo.
En este escenario, la labor que aparecen para los trabajadores, especialmente para aquellos del desempleo estructural y para los jóvenes, son los de precariedad laboral. La precariedad laboral pasó a ser una característica del mercado laboral argentino, estos nuevos trabajos, casi siempre están asociados a las empresas multinacionales que usan las tecnologías de plataformas, por ejemplo: Uber, Glovo, Rappi, las cuales son basadas por las nuevas tecnologías y por relaciones laborales ultraflexibilizadas.
Las plataformas comerciales son modelos de negocios que utiliza la tecnología con el intento de conectar personas y promover interacciones. En el lenguaje comercial, las plataformas visan optimizar al máximo el encuentro de la demanda con la oferta.
Hay expresivas diferencias entre las relaciones laborales de los trabajadores de esas plataformas neocapitalista postindustrial y de los trabajadores del capitalismo industrial, como, por ejemplo:
a) la relación de trabajo de las plataformas del neocapitalismo postindustrial, en que sus algoritmos están programados en expandir sus negocios, no es temporal, como se observa en las actividades laborales del capitalismo industrial. Los trabajos desarrollados por esas plataformas tienen como característica la permanente constante, el trabajador necesita está disponible para atender las demandas de la empresa prácticamente 24 horas;
b) ellas, especialmente as apps,16 por ejemplo, las que conecta a jóvenes de bicicleta o moto con persona que hacen pedidos a domicilio, no garantizan un pago fijo al trabajador y ni le permite hacer un cálculo mensual de ingresos, los trabajadores del capitalismo industrial eran asalariados;
c) Los trabajadores de esas empresas son llamados de “colaboradores” y obligados a inscribirse como monotributistas y facturar y no de empleados. No hay una subordinación concreta, ya que laboran se quiera laborar.
Este proceso es una maniobra usada por la lógica neocapitalista postindustrial de no-subordinación laboral. La subordinación es el elemento principal de todo contrato de trabajo, siendo este el que define su naturaleza.
La subordinación es la facultad que tiene el empleador de dar órdenes e instrucciones al trabajador, y la facultad de imponer sanciones disciplinarias al trabajador que las incumple.
Esa facultad es tal que incluso el trabajador puede ser despedido cuando no se somete a la subordinación del empleador, esto es, no obedece sus órdenes o instrucciones.
Señálese que los trabajadores de esas plataformas son llamados de “colaboradores”, que es la lógica del neocapitalismo postindustrial, y no empleados, la lógica del capitalismo industrial, entonces, esos “colaboradores” no son despedidos, ellos pueden ser desvinculados, teóricamente no son subordinados de la empresa que laboran, ya que son “colaboradores”.
Sin embargo, las empresas de las plataformas apps imponen sanciones a los “colaboradores”, por ejemplo, se el “colaborador” espaciar los pedidos, luego los algoritmos van enviarlo para locales más distantes y ofrecerle el mismo dinero. Incluso, puede dejarlo un tiempo sin oferta o, peor aún, desvincular de las funciones como colaborador. Es decir, la autoridad del algoritmo es calculada a partir del espacio de tempo, mapas y datos en la explotación de los “colaboradores”. La empresa, al recibir reclamo de un cliente, el logaritmo instantáneamente identifica el “colaborador” e inmediatamente tendrá un castigo.
De acuerdo con Joaquín Nieto, director de la oficina en España de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las plataformas digitales no se limitan a poner en contacto a demandantes y prestadores de servicios, sino que tratan de explotar a esos trabajadores no reconociendo sus derechos laborales.
Según Nieto, las plataformas están introduciendo distorsiones tratando de eludir la responsabilidad fiscal y laboral, tratando a sus trabajadores como “los jornaleros del siglo XXI”.
«La OIT dice que el trabajo no es una mercancía, lo realizan personas que son sujetos de derecho». Entonces, adelante del poder del neocapitalismo globalizado postindustrial, hay la necesidad por implantar una «Garantía Laboral Universal».
La OIT defiende esta garantía, que sería independiente del país, empresa o sector de trabajo recogería unos derechos fundamentales mínimos, como un salario mínimo y unas condiciones de salud y seguridad.
La Garantía Laboral Universal es fundamental, ante el poder ideológico, político y económico de las estructural del neocapitalismo, como, por ejemplo, la reestructuración de la producción y especialmente la creciente expansión y concentración de las empresas multinacionales, que cada vez implementan el proceso de desterritorialización de la producción, que genera el desempleo estructural. Más allá esas empresas implementan muchas sumas de dinero en desarrollo de alta tecnología, en verdad, en la sustitución del trabajo humano por robots, inteligencia artificial y en los mecanismos de autoridad de los algoritmos que determina las relaciones laborales contemporáneas.
Estos son grandes desafíos que presentan para los seres humanos en siglo XXI, la necesidad de cambiar la lógica neocapitalista, en que los nuevos requisitos de las tecnologías-económicas, por ejemplo, la autoridad del algoritmo en el mundo del trabajo, sirva para beneficiar los trabajadores y no para desencadenar precariedad laboral. Esta lógica está sólo generando crisis, depresiones y tensiones sociales planetarias.
Estás reflexiones concatenan con una importante reflexión del profesor y sociólogo Roberto Castel17: “ El trabajo es más que el trabajo y, sin embargo, el no-trabajo es más del que el desempleo, el que no es decir poco. También la característica más perturbadora de la situación actual es, sin duda, el resurgimiento de un perfil de “trabajadores sin trabajo” que Hanna Arendt evocaba, los cuales, literalmente, ocupan en la sociedad un lugar de supranumerarios, de “inútiles para el mundo”.
                                                                                          
                                                                                            Nilton Cunha
                                                                                                
Referencias
BAUMAN, Zygmunt; DONSKIS, Leonidas. Cegueira moral: a perda da sensibilidade na modernidade líquida. Rio de Janeiro: Zahar, 2014.
BIAGINI, Hugo; PEYCHAUX, Diego Fernández. El neuroliberalismo y la ética del más fuerte. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Editorial Octubre, 2014.
BURNS, Edward McNall. História da civilização ocidental: do homem da caverna até a bomba atômica. Porto Alegre: Globo, 1977.
CASTEL, Robert. As metamorfoses da questão social: uma crônica do salário. Petrópolis, RJ: Vozes, 1999.
CASTELLS, Manuel. Tecnologia da informação e capitalismo global. Et al.: GIDDENS, Anthony; HUTTON, Will (Orgs.). No limite da racionalidade: convivendo com o capitalismo global. Rio de Janeiro: Record, 2004.
CENTRAL LATINOAMERICANA DE LOS TRABAJADORES. Neoliberalismo y movimiento de los trabajadores. São Paulo; FLATES, 1993.
CUNHA, Nilton Pereira da. El Neocapitalismo. Disponible en: www.aal.org.ar/articulo_revista/el-neocapitalismo-2/. Acceso en: 22/abr/1019.
_______. Educação, Família e Geração Digital: desafios e perspectivas da pós-modernidade. Recife, 2017.
FOUCAULT, Michel. Las verdades y las formas jurídicas. Barcelo, España: Gedisa, 1978.
GUTIÉRREZ, Maite. España es el país con más trabajadores sobre calificados de Europa. Disponible en: https://www.lavaguardia.com/vida/2011209/54240849643/espana-pais-mas-trabajdores-sobrecualificados-europa.htmlAcceso en: 20/abr/2019.
KUNT, E. K.; LAUTZENHEISER, Mark. História do pensamento econômico: uma perspectiva crítica. Rio de Janeiro: Elsevier, 2013.
 
LEVAGGI, Abelardo. História del Derecho Argentino del Trabajo (1800-2000). In.: Revista Eletrónica, Nº 3 – Setiembre de 2006, Buenos Aires, Argentina. Disponible en: www.slavador.edu.ar/juri/reih/index.htmAcceso en: 20/jun/2017.
OHNO, Taiichi. O Sistema Toyota de Produção: além da produção em larga escala. Porto Alegre: Bookman, 1997.
RAMOS, Alberto Guerreiro. A nova ciência das organizações: uma reconceituação da Riqueza das Nações. Rio de Janeiro: Fundação Getúlio Vargas, 1981.
ZAFFARONI, Eugenio Raul. La globalización y las actuales orientaciones de la política criminal. In.: BERCHOLC, Jorge O. (Director). El Estado y la globalización. Buenos Aires: Ediar, 2008.
1
 CUNHA, Nilton Pereira da. El Neocapitalismo. Disponible en: www.aal.org.ar/articulo_revista/el-neocapitalismo-2/Acceso en: 22/abr/1019.
2
 La expresión posmoderna es vista como una transición que mescla la tradición de un pasado que tiene siglos y el extremamente contemporáneo da generación digital. Esa es una transición socio-económico-histórica particular; tal expresión no genera unanimidades, su uso no solamente es contestado como también está asociado a la diversas realidades o concepciones divergentes.
Otras expresiones fueron cuñadas refiriéndose al nuevo status quo, con sus diversas proyecciones sobre la vida humana, como, por ejemplo: “modernidad refleja” (Ulrich Beck), “capitalismo tardío” (Ernest Mendel y Fredric Jameson), Modernida Líquida (Zygmunt Bauman). Sin embargo, la expresión “posmoderna” parece tener gaño mayor espacio en el vocabulario del mundo académico contemporáneo y, en recurrencia de eso, tener entrado definitivamente para la lenguaje corriente de un mundo que está en constante transformación (CUNHA, Nilton Pereira da. Educação, Família e Geração Digital: desafios e perspectivas da pós-modernidade. Recife, 2017, p. 137.
3
 BURNS, Edward McNall. História da civilização ocidental: do homem da caverna até a bomba atômica. Porto Alegre: Globo, 1977.
4
 Ocupação é a prática de esforços livremente produzidos pelo indivíduo em busca de sua necessidade prática, imediata. Trabalho é a prática de um esforço subordinada às necessidades objetivas inerentes ao processo de produção em si, caracterizado pelo capitalismo e pela Revolução Industrial (RAMOS, Alberto Guerreiro. A nova ciência das organizações: uma reconceituação da Riqueza das Nações. Rio de Janeiro: Fundação Getúlio Vargas, 1981, p. 30.
5
 FOUCAULT, Michel. Las verdades y las formas jurídicas. Barcelo, España: Gedisa, 1978.
6
 ZAFFARONI, Eugenio Raul. La globalización y las actuales orientaciones de la política criminal. In.: BERCHOLC, Jorge O. (Director). El Estado y la globalización. Buenos Aires: Ediar, 2008.
7
 LEVAGGI, Abelardo. História del Derecho Argentino del Trabajo (1800-2000). In.: Revista Eletrónica, Nº 3 – Setiembre de 2006, Buenos Aires, Argentina. Disponible en: www.slavador.edu.ar/juri/reih/index.htmAcceso en: 20/jun/2017.
8
 OHNO, Taiichi. O Sistema Toyota de Produção: além da produção em larga escala. Porto Alegre: Bookman, 1997.
9
 BIAGINI, Hugo; PEYCHAUX, Diego Fernández. El neuroliberalismo y la ética, cit., 2014.
10
 CASTELLS, Manuel. Tecnologia da informação e capitalismo global. Et al.: GIDDENS, Anthony; HUTTON, Will (Orgs.). No limite da racionalidade: convivendo com o capitalismo global. Rio de Janeiro: Record, 2004, p. 82.
11
 El desempleo estructural es el efecto de la desterritorialización de la producción, es decir, los empleados que tenían un empleo formal, serán los futuros trabajadores de los trabajos de precariedad. Como también es el efecto de los empleados que son sustituidos por el uso de los avances de la tecnología en los medios de producción y servicios.
12
 CENTRAL LATINOAMERICANA DE LOS TRABAJADORES. Neoliberalismo y movimiento de los trabajadores. São Paulo; FLATES, 1993, p.20.
13
 BAUMAN, Zygmunt; DONSKIS, Leonidas. Cegueira moral: a perda da sensibilidade na modernidade líquida. Rio de Janeiro: Zahar, 2014, p. 83.
14
 GUTIÉRREZ, Maite. España es el país con más trabajadores sobre calificados de Europa. Disponible en: https://www.lavaguardia.com/vida/2011209/54240849643/espana-pais-mas-trabajdores-sobrecualificados-europa.htmlAcceso en: 20/abr/2019.
15
 KUNT, E. K.; LAUTZENHEISER, Mark. História do pensamento econômico: uma perspectiva crítica. Rio de Janeiro: Elsevier, 2013, p. 133-134.  
16
 Las aplicaciones (o apps) móviles con geolocalización, son aquellas en que el trabajador se asigna a individuos situados en zonas geográficas específicas.
17
 CASTEL, Robert. As metamorfoses da questão social: uma crônica do salário. Petrópolis, RJ: Vozes, 1999.

Compartir en las redes sociales