#96
Sobre el 8 de Marzo
Por COMUTRA
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Este 8M resonó más fuerte que nunca la frase de Simone de Beauvoir: “No olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida”.
En Argentina esta significativa conmemoración nos encontró nuevamente en las calles, en una cita imprescindible, multitudinaria, que demuestra la necesidad de encontrarnos, reconocernos y expresar públicamente nuestro profundo rechazo a la embestida desreguladora y patriarcal.
El feroz ajuste implementado, que ataca a la clase trabajadora en su conjunto, especialmente se ha ensañado con las mujeres y disidencias, demostrando una sed de revancha frente a los avances de los feminismos en los últimos años. Hoy se encuentra en juego la sostenibilidad de la vida, en sus múltiples dimensiones vitales.
Desde la asunción del nuevo gobierno, existió una decisión explícita de desandar las políticas de género, reduciendo el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad a una Subsecretaría, vaciando los programas contra la violencia de género, prohibiendo el lenguaje inclusivo, expresando la voluntad de cerrar el INADI, intentando avanzar contra el derecho al aborto y atacando sistemáticamente al movimiento feminista a través de discursos de funcionarios de las máximas esferas gubernamentales. El ataque es material y simbólico, como lo fue la decisión anunciada el mismo 8M de cambiar el nombre del “Salón de las Mujeres” por “Salón de los Próceres” en la Casa Rosada.
A sólo diez días de su asunción, el Gobierno inició una feroz ofensiva desreguladora, en materia económica y social. Mediante el dictado DNU 70/2023 – sin existir necesidad ni urgencia que lo justifique – deroga múltiples normas laborales de índole individual, colectivo y de la seguridad social, pretendiendo arrasar con el orden público laboral vigente y la protección de la persona trabajadora, construida desde principios del siglo XX.
Desde un enfoque de género, no existe una sola disposición favorable. No amplía el régimen de licencias ni incorpora ninguna norma vinculada a los cuidados, tal como se propiciaba en los proyectos legislativos discutidos. Por el contrario, habilita que la “persona gestante” preste servicios hasta 10 días antes del parto, modifica en forma peyorativa el art. 6 de la ley 27.555 “régimen de teletrabajo”, desnaturalizando la previsión normativa respecto a la facultad de interrumpir jornada por trabajos de cuidado y elimina todas las sanciones por trabajo no registrado, especialmente el art. 50 de la ley 26.844 – del régimen de trabajo para personal casas particulares – afectando especialmente a mujeres y disidencias, quienes se exponen a mayor grado de precarización, informalidad y trabajo sin registrar.
Asimismo se implementó un plan económico que tiene como objetivo principal una transferencia brutal de ingresos desde las personas trabajadoras y de menores recursos – en donde se hayan sobre representadas las mujeres y disidencias – hacia los sectores económicos concentrados, propiciando la destrucción de la salud pública, del sistema de seguridad social, de la educación pública, eliminando programas sociales, etc. todo lo cual, agrava la crisis de los cuidados. De este modo, se sigue transfiriendo responsabilidades de cuidado a los hogares y de esta, manera a las mujeres.
La realidad nos demuestra que las asimetrías de género contra las que venimos luchando se profundizaron. Según sostiene el CEPA (Centro de Economía Política Argentina), la tasa de actividad de las mujeres es 18,4 puntos porcentuales menor a la de los varones; la tasa de desocupación de los varones es 1 punto menor a la de las mujeres; la informalidad laboral es 2,9 puntos porcentuales mayor en mujeres que en varones; los ingresos de los varones son entre 22,6 y 26,4% mayor que los ingresos de las mujeres. Esto genera una sobrerrepresentación de las mujeres en la pobreza: son el 63% de las personas con menores ingresos, las mujeres destinan 3 horas más por día al trabajo no remunerado que los varones, entre otras asimetrías estructurales.
Muchas veces se plantea una especie de “jerarquización” de las demandas, a través de la cual, las cuestiones de género serían algo “secundario” frente a la contradicción principal “capital-trabajo”, y constatamos nuevamente que no es así. El sistema económico vigente – capitalismo “petrosexorracial”, como le llama el filósofo Paul Preciado – necesita del orden patriarcal para sostenerse.
Para el poder gubernamental y económico, los feminismos han sido declarados “enemigos”. Se demuestra una vez más, que lejos de ser “un tema menor”, la perspectiva feminista es imprescindible para la protección, tutela y efectividad de los derechos de todas las personas humanas, sin discriminaciones.
Asimismo, es una manda constitucional y legal. Se halla reconocida en el art. 75, inc. 19 de nuestra Constitución Nacional, en su art. 75, inc. 22, en la Convención sobre Eliminación de toda Forma de Discriminación contra las Mujeres (CEDAW), la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Convención de Belem Do Pará), el Convenio N° 190 de Violencia y Acoso en el Mundo del Trabajo (OIT), la Ley de Identidad de Género N° 26.743, la Ley de Protección Integral de las Mujeres N° 26.485, la Ley Micaela N° 27.499, la Ley de Interrupción Voluntaria del embarazo N° 27.610, el Código Civil y Comercial de la Nación, entre otros instrumentos normativos.
Como lo dijimos en un comunicado reciente de la Comisión de la Mujer Trabajadora, si bien los escándalos institucionales parecen no preocupar al PEN, pese a que lo haría pasible de un pedido de juicio político, la resistencia que sin duda ejercerá buena parte de la sociedad, producto de la potencia del movimiento feminista – que ha sabido consolidar sus reclamos a través de Encuentros Nacionales de Mujeres y diversidades, marchas, movilizaciones, proyectos legislativos, peticiones internacionales, etc.- y transformar sus demandas en normas y regulaciones, permite advertir que no hay lugar en la sociedad para semejante retroceso. Y como dicen las españolas: porque fueron somos, porque somos, serán.
13 de Marzo de 2024.
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