marzo 2019

La reforma laboral de la dignidad

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El mundo quedó sorprendido ante las voces de un debate poco convencionali, cuya decisión ya se había anticipado en un programa de gobierno: un 12 de julio de 2018, el Ministro de Desarrollo Económico, Trabajo y Seguridad Social de la República Italiana, Luigi Di Maio, anunció la firma y envío al Parlamento de un nuevo Decreto Ley: Il Decreto Legge Dignitàii.
Por primera vez en décadas, a lo largo y ancho de Occidente, escuchar la expresión Reforma Laboral no significó una mañana preocupante para un pueblo, el italiano, que poco a poco fue encontrándose en el camino de concretar el sueño de un proyecto propio.
El sector del gobierno italiano liderado por el Movimiento 5 Estrellas cumplió una de sus principales propuestas electoralesiii, incluida también en los puntos programáticos acordados con la segunda fuerza principal de la coalición de gobiernoiv, La Liga: dar por finalizada una larga etapa de flexibilización laboral y previsional, en detrimento de los trabajadores italianos y el desarrollo productivo del país.
Nos encontramos ante una Reforma Laboral de la que pocos hablan y muchos elegimos (o preferimos) ignorar. Se trata de una inocente preferencia, aquella que nos permite cerrar un magnífico discurso diletante y negativo, con proyecciones calamitosas e inabarcables que justifican nuestra inacción quejaista (una especie de neologismo ideológico del terrorismo escéptico que nos inmoviliza).
Sin embargo, para una mejor compaginación de los acontecimientos -que se encuentran en pleno desarrollo- nos conviene repasar el origen de la nueva regulación laboral mediterránea.

La historia del presente
Para comprender el origen de la presente reforma no puede olvidarse que Italia, cuna del Imperio Romano, la Edad Media, el Renacimiento, la Navegación, el Arte, la Música, el Vaticano, y por qué no un baluarte de la risa, el amor y las comidas familiares hechas en casa (fatte in casa), decidió en un momento de su historia abandonar su destino de grandeza y emprender una difícil y casi imposible marcha hacia la decadencia.
En este contexto, el italiano fue uno de los pocos pueblos europeos que, junto con los del Tercer Mundo, debieron afrontar el pago de la reconstrucción de todas las naciones involucradas y destruidas tras la Segunda Guerra Mundial, a partir de la financiación de Estados Unidos y los principales bancos privados internacionales. De igual modo, Italia fue el único país del Eje al cual no le fue condonada la deuda externa contraída hasta la posguerra, mientras que a Alemania se le permitió no pagar la suya a partir del Acuerdo de Londres de 1953v.
Mientras tanto, ciertos vencedores de la Gran Guerra ganaron también la paz, por cuanto diagramaron un nuevo esquema de poder mundial con nuevos actores. En 1944, a partir del Tratado de Bretton Woods, Estados Unidos y Gran Bretaña, en conjunto con los principales bancos privados que controlan la Reserva Federal norteamericana, crearon el Fondo Monetario Internacional, cuya finalidad consistió en: 1) Ejercer el rol de último garante de las deudas de los Estados Nacionales con los principales bancos y financistas privados, por medio de la dación de créditos a las naciones en crisis, siempre afectados al pago de la deuda; 2) Reordenar las economías nacionales del mundo, a fin de que garantizaren el flujo de su ahorro nacional para el pago de las deudas externas; 3) Brindar estabilidad cambiaria al nuevo sistema monetario internacional, que a partir de 1971 por decisión unilateral de Estados Unidos pasó a regirse con un único patrón de valor, el Dólar, recayendo la potestad de su impresión en la Reserva Federal norteamericana.
Un nuevo esquema hecho a imagen y semejanza de los grupos financieros internacionales, que en Italia encontró una nueva alquimia de sistema político para permitir su andamiaje.
Tras la caída del fascismo, comenzó una aventura de sistema parlamentario donde tres fuerzas políticas, la socialdemocracia de izquierda, la socialdemocracia cristiana y la liberal conservadora, autoproclamadas como de vertientes de centroizquierda y centroderecha, se hicieron de diversos sellos partidarios a lo largo del tiempo para repartirse la gobernanza de la Nación, eran los tiempos de la logia masónica de Licio Gelli y su Propaganda Due.
Luego, ya desde los comienzos de la Unión Europea y cada vez más ahogada por su endeudamiento, una y otra vez la clase dirigente italiana decidió aumentar el peso del contribuyente, precarizar el empleo, permitir la fuga de industrias, capitales y cerebros, todo ello con el objeto de enviar señales de seducción para la otorgación de créditos por parte de los financistas extranjeros, cuyos fondos tenían por objeto el pago de anteriores deudas o la financiación del gasto público corriente, sin analizar que con ello se estaba hipotecando el futuro del país.
De este modo, la moneda y la economía del país comenzaron a perder peso frente a sus pares europeos y, en conjunto con otros países de la Europa oriental o del sur, comenzaron los primeros signos de inflación, pérdida de empleo y merma en las actividades productivas.
Antes de que el día llegue, a la Unión Europea se le creó la Zona Euro, constituyendo una banca central común para que resguardara el cumplimiento de las obligaciones financieras de sus naciones. La actuación del nuevo Banco Central Europeo (BCE) pasaría a ser escoltado por el FMI en calidad de guardián de las acreencias de la banca privada internacional, pero por supuesto con la garantía del tesoro y el patrimonio público de los Estados europeos, así como los depósitos de todos sus habitantes, sin respetar ningún tipo de asimetría preexistente. Este fue el nacimiento de la llamada Troika, una mesa de sólo tres patas (Comisión europea, BCE y FMI), dispuesta a interferir en aceptar o rechazar la dación de dinero presupuestario o créditos a las naciones, que ya no estaban facultadas para imprimirlo, del mismo modo que cuestionar y vetar sus presupuestos públicos y políticas económicas que no se ajustaran a los designios financieros privados.
Bajo el influjo de esta historia, países como Grecia, España, Islandia, entre otros, debieron afrontar sus peores días ante el ahogo de la Banca Central Europea y el FMI. Más temprano que tarde, el turno llegó también a Italia, donde la única noticia relevante pasó a ser el déficit público, cuya solución sólo alcanzaba a crear nuevos impuestos y reformas previsionales como únicas maneras de generar superávit de recaudación sobre gasto estatal. Una vez cerrado el capítulo del déficit fiscal, la siguiente noticia omnipresente pasaba a ser la deuda externa, el Riesgo País o el Spread soberano, es decir, los índices formulados por las propias agencias calificadoras de riesgos de los bancos privados, que marcan la conveniencia financiera de colocar fondos para financiar a un Estado. A su vez, desde las principales empresas de medios de comunicación hasta la dirigencia de todas las fuerzas políticas, coincidían en la necesidad de obedecer cualquier acción que fuera requerida con tal de seducir a los prestamistas externos.
Nuevamente, el sistema político existente garantizó el cumplimiento de todas las medidas que significaran intentar atraer a los acreedores externos, que eran los mismos que alimentaban el flujo de moneda de la Banca Central Europea a los Estados. Entre las políticas llevadas a cabo, podemos mencionar como última el Jobs Act impulsado por el ex Primer Ministro Matteo Renzi desde fines de 2014, en las cual se explicaba que mediante la creación de contratos precarios por tiempo determinado, contratos de aprendizaje y la creación de seguros de desempleo frente a los despidos, en vez de indemnizaciones, se lograría seducir la inversión productiva y la entrada de capitales extranjerosvi. Otra de ellas se trató de la denominada Legge Fornero implementada en el gobierno del ex Primer Ministro Mario Monti en 2011, o la Riforma Sacconi del gobierno del ex Primer Ministro Silvio Berlusconi en 2010, destinadas ambas a elevar la edad jubilatoria, incrementar las contribuciones a la seguridad social y reducir los haberes de los jubilados, todo ello con el objetivo de “salvar Italia” y no terminar en la crisis de pago de deuda de Greciavii.
Frente a una Constitución Nacional en la que se definió a Italia como una “República democrática fundada en el trabajo” (art. 1), que “La República reconoce a todos los ciudadanos el derecho al trabajo y promoverá las condiciones que hagan efectivo este derecho” (art. 4), donde la iniciativa privada “No podrá, sin embargo, desenvolverse en oposición al interés social o de tal modo que inflija un perjuicio a la seguridad, a la libertad y a la dignidad humana” (art. 41), que “El trabajador tendrá derecho a una retribución proporcionada a la cantidad y calidad de su trabajo y suficiente, en cualquier caso, para asegurar a su familia y a él una existencia libre y decorosa” (art. 36), y que “La República protegerá el trabajo en todas sus formas y aplicaciones, cuidará la formación y la promoción profesional de los trabajadores” (art. 35), por el contrario, la dirigencia del sistema político optó por legislar políticas públicas que generasen aplausos por parte del poder internacional, y lo lograronviii.

El presente de la historia
Mientras las guerras y los levantamientos armados –desde el exterior- proliferaban en Medio Oriente y África, la decadencia de una dirigencia que decidió arrodillarse ante grupos financieros internacionales comenzó a dar sus frutos: desde políticos involucrados en escándalos sexuales con menores de edad, funcionarios públicos multimillonarios, una oligarquía fugadora de capitales nacionales y generadora de empleo precarizados en el exterior, funcionarios y parlamentarios autoproclamados de izquierda y progresistas pero inmiscuidos en negocios de trata de personas inmigrantes y en casos corrupción, un parlamento decidido a votar todas las iniciativas llegadas desde la Troika, hasta la de conformar gobiernos de técnicos financieros del FMI, capaces de sacrificar el mismísimo Coliseo a cambio de cumplir con deudas creadas en el exterior, cuyo pueblo italiano no fue su beneficiario.
En fin, las generaciones que dieron la espalda al futuro y al pasado, eligiendo con ello consumir y agotar los recursos nacionales dentro en sus cortas vidas, encontraron un freno: la cosmovisión unívoca de las democracias demoliberales triunfantes del sistema capitalista tras la Segunda Guerra y la caída de la Unión Soviética comenzaba a resquebrajarse. El descontento popular hacia el sistema político se expandió sobre las principales naciones de Europa y nuevas expresiones contrarias a las expresiones partidocráticas tradicionales se hicieron del voto popular o de las calles de las principales ciudades.
Tras la crisis bancaria internacional de 2008 originada en Wall Street, en la cual se resolvió salvaguardar el sistema financiero a costa del flujo de recursos de la producción y el trabajo hacia dicho sector, comenzaron a surgir movimientos antisistemaix, tanto desde la derecha como de la izquierda, que expresaron un descontento popular con la Globalización que hundió a Europa y Estados Unidos en graves crisis de deuda y empleo, a causa de: deslocalización de las industria y reubicación en el lejano oriente del mundo, excesivo endeudamiento externo, políticas económicas y sociales que desmantelaron el Estado de Bienestar como excusa fracasada para la búsqueda de competitividad y seducción a prestamistas, políticas inmigratorias para recibir a los pueblos de África y Medio Oriente, afectados por las guerras y las crisis, que luego pasaban a trabajar en Europa en condiciones de esclavitud y miseria, o a ser la mano de obra del narcotráfico y la prostitución.
En este contexto, entrado el año 2018, tras las elecciones del 4 de Marzo, la República Italiana comenzó una nueva historia, de la mano del primer gobierno de coalición entre dos movimientos antisistema y populares de Italia, La Liga (La Lega) y el Movimiento 5 Estrellas (Movimento 5 Stelle), que rápidamente fueron catalogados, según los nuevos insultos de la época, como populistas de derecha y de izquierda, respectivamente, o bien como comunistas, euroescépticos y hasta neofascistasx.
Los pormenores de la conformación del nuevo gobierno no tienen desperdicio, pues de las elecciones generales de marzo surgió un nuevo Parlamento con mayoría parcial del M5S, pero que no llegaba a constituir la necesaria cantidad de parlamentarios para formar un nuevo gobierno. La Liga de Matteo Salvini, que se había presentado a elecciones en una alianza con la fuerza del ex Jefe del Consejo de Ministro Silvio Berlusconi, Forza Italia, decidió mantener su lealtad hasta que el líder de la fuerza aliada se pronunciara sobre cómo conformar una nueva mayoría de gobierno, toda vez que por su propia cuenta no les alcanzaba los votos, al igual de M5S.
Las negociaciones duraron meses. A pesar de haberse el pueblo ya pronunciado sobre la ruptura de un modelo de país fracasado, durante marzo y abril, las fuerzas nuevas y vencedoras de la contienda eran sujetadas por dos cadáveres que insistían con seguir emanando su putrefacción, el Partido Democrático y Forza Italia, que desde la racionalidad de los mercados clamaban con melodías de centro izquierda y centro derecha fagocitar a las nuevas expresiones populares.
Finalmente, ambas fuerzas acordaron un contrato de gobierno y sometieron a votación el mismo en las plazas y en la plataforma digital Rousseau. De esta manera, nació un nuevo gobierno que primero fue vetado por el presidente Sergio Mattarella, por considerar que el mismo ponía en peligro la estabilidad de los mercados, nombrando a un Primer Ministro interino que paradójicamente era ex directivo del FMI, Carlo Cottarelli –apodado “Señor Tijeras”-xi, hasta que finalmente tales absurdos cedieron frente a la fuerza de los acontecimientos, y así nació el nuevo gobierno liderado por Giusseppe Conte, Matteo Salvini y Luigi Di Maio.

Lo primero: la dignidad
Será por ello que acuñó dicho nombre la reforma, pues el nuevo proceso político comenzado, que algunos se aventuraron en denominar la Tercer República Italianaxii, una vez asumido su mandato en Junio de 2018, inmediatamente comenzó a trabajar en devolverle al pueblo italiano los derechos laborales arrebatados en los años anteriores y, por otra parte, en pensar un nuevo esquema productivo a fin de lograr la creación de la mayor cantidad de puestos de trabajo de calidad.
En este orden de ideas, nació el Decreto Ley Dignidad, luego aprobado por el Parlamento con fuerza de Ley y con el título de “Disposiciones urgentes para la dignidad de los trabajadores y de las empresas”xiii, que básicamente constó de cuatro partes: 1) Derogación de las leyes de flexibilización laboral (Jobs act) y fomento del empleo de calidad para los jóvenes; 2) Combate a la deslocalización empresarial; 3) Combate a los juegos de azar y de apuestas; 4) Alivio fiscal para las empresas productivas del país.
En cuanto a la parte laboral, la nueva regulación busca como punto central combatir la precarización (combattere il precariato). En esta inteligencia, se reduce la duración de los Contratos a Plazo de 36 meses a 12 meses. Luego, se prevé que para la renovación de un Contrato a Plazo se está obligado a indicar las exigencias extraordinarias a las que obedece dicha modalidad de contratación. A su vez, se brindan beneficios fiscales y previsionales para las empresas que contraten trabajadores menores de 35 años por tiempo indeterminado. Dentro del plazo máximo mencionado (un año), se reduce la cantidad de veces que se puede prorrogar, de 5 a 4 veces. Se extienden todas las herramientas y previsiones contra la precariedad a los contratos denominados “interinos” o de “suministro laboral”, que engloban aquellas suplencias o aprendizajes. Asimismo, se aumentan en un 50% las indemnizaciones por despido incausado y se aumenta el mínimo de indemnización por despido incausado a 6 meses de sueldo y el máximo a 36 meses. Se pautan un límite para contratos especiales, que deben representar no más del 30% de los empleados contratados por tiempo indeterminado. Frente a los casos de fraude laboral, se fijan penalidades de 20 euros por cada trabajador y cada día en que se encontró bajo una situación irregular. En caso de docentes, se eliminan los contratos a plazo, y los existentes pasan a ser por tiempo indeterminado, previa aprobación de concurso (art. 1, 1bis, 2, 2bis, 3, 3bis, 4).
Respecto a la parte económica y del empleo, se consagra la consigna “Una globalización inteligente”, sintetizando la idea de tutelar a aquellas empresas que llevan adelante su producción en el país y, con ello, crean puestos de trabajo y desarrollan la economía. La nueva normativa establece que sobre aquellas empresas italianas y extranjeras que reciban dinero públicoxiv, si deciden llevar sus negocios o riquezas al extranjero (deslocalizzare), deberán restituir el dinero otorgado con los correspondientes intereses, más un 5% anual, incluidas aquellas que se reubiquen dentro de la UE. En cuanto a las que decidan reubicar sus industrias o capitales en otras partes del mundo, recibirán una sanción por la cual deberán devolver 4 veces el dinero recibido por parte del Estado, además de los intereses agravados. La normativa precisa que la deslocalización alcanza no solo a la empresa que recibió dinero público, sino a sus controladas y/o asociadas (art. 5).
Además, sobre este capítulo se innova también en una sanción para aquellas empresas que reciben dinero público, con el objeto de incentivar el empleo en algún área, sector o lugar, y terminan despidiendo trabajadores de la actividad dentro de los 5 años posteriores a haberlo recibido (art. 6).
Luego, también se prevé que en el caso de los beneficios públicos otorgados para la compra de bienes de capital o innovación tecnológica, en caso de deslocalización, se procederá a la expropiación de las adquisiciones efectuadas con tales fuentes (art. 7).
De igual manera, se limita la posibilidad de que las empresas utilicen dinero público para realizar inversiones en investigación y desarrollo, a partir de la adquisición de “bienes inmateriales”, pero comprados a otras empresas asociadas o controladas o pertenecientes al mismo grupo económico (art. 8).
Por otra parte, en cuanto al capítulo referido a los juegos de azar y apuestas, se prohíbe la publicidad de tales actividades, entendiendo que los principales afectados por la azzardopatia son los propios trabajadores, y se prevé que las empresas de juego no sólo no podrán tener publicidad en ningún medio de Italia, sino tampoco podrán ser marcas publicitarias de famosos, clubes, etc., es decir, ser sponsors, o mismo financiarlos a cambio de una mención (art. 9).
Por último, la nueva norma simplifica la actividad impositiva de las empresas (desburocratizzare), previendo la desactivación del redditometro, un instrumento del fisco que anticipaba mediante una estimación arbitraria la capacidad contributiva de las empresas. Se regula el uso de la factura electrónica. Para terminar, se simplifican las declaraciones impositivas en una sola anual y se elimina el denominado Split payment del IVA, que consistía en un pago anticipado de las partidas impositivas del IVA por parte de las compañías, el cual generaba iliquidez en el corto plazo e incertidumbre sobre si las diferencias a su favor finalmente serían reintegradas por el fisco, lo cual luego nunca sucedía (arts. 10, 11, 11bis, 12 y 12bis).
En definitiva, podemos concluir que la nueva regulación italiana avanza sobre la recuperación de derechos laborales, pero no por ello sin abordar la problemática de la generación de empleo en el sector privado de la economía, entendiendo que dos de los importantes flagelos a resolver para encontrar una justa competitividad, crecimiento y desarrollo, son el ahogo fiscal y la extranjerización de la economía mediante la deslocalización o fuga de capitales. Es decir, una economía en la que las empresas grandes llevan su producción al extranjero mientras se sirven de los beneficios del dinero estatal, luego requiere la entrada de nuevos ingresos fiscales que generalmente terminan pagando las empresas que no tienen posibilidad de llevar su actividad al exterior.
La reforma recién comenzó y ello significa que sus resultados no podrán ser apreciados todavía, lo cual no quita que su implementación nos dejará una valiosísima enseñanza a los pueblos y gobiernos del mundo: existen otras posibilidades. Hemos adoptado la cómoda postura de clasificar en binomios casi la totalidad del pensamiento económico, político, social y cultural, pasando del aplauso a la crítica sin preguntarse qué es lo que requiere nuestro país y cómo puede conseguirse en este contexto.
Los debates que hoy transita nuestro planeta lejos están de ser la monótona marcha hacia el precipicio que se percibió hasta casi la mitad de nuestra década. Hoy nacen nuevas expresiones políticas del descontento popular con una globalización que no pudo resolver cuestiones elementales como el empleo y la pobreza, y sólo trabajó para profundizar las desigualdades preexistentes y la concentración de la economía en manos improductivas (grupos financieros internacionales).
Sin lugar a dudas, estas nuevas voces nos alarman sobre no cometer los mismos errores del pasado, lo que no quita que en muchas otras circunstancias nos descolocan, como un balde de agua fría sobre la cara, desmitificando muchos preconceptos con los cuales abordamos la realidad, no comprendiendo que la montura con la cual cabalgábamos nuestros análisis políticos y académicos quizá ha quedado vetusta, gastada, pidiendo ser renovadas por una mente más abierta, capaz de comprender que, en el tema que nos convoca, los derechos laborales deben dignificar a la persona y, como elemento fundamental, deben comprender también la construcción de un proyecto nacional que oriente al país hacia el pleno empleo y al desarrollo de la economía nacional, como sustentos fundamentales a mediano y largo plazo para que los derechos consagrados se consoliden y puedan ser disfrutados por las futuras generaciones de trabajadoras y trabajadores del país.

Bibiliografía
OLMOS, Alejandro (2004). Todo lo que usted quiso saber sobre la deuda externa y siempre se lo ocultaron. Quiénes y cómo la contrajeron. Argentina: Ediciones Continente.
OLMOS GAONA, Alejandro (2005). La deuda odiosa: el valor de una doctrina jurídica como instrumento de solución política. Argentina: Ediciones Continente.
PIKETTY, Thomas (2015). La crisis del capital en el siglo XXI: Crónicas de los años en que el capitalismo se volvió loco. Argentina: Siglo Veintiuno Editores.
PRELOOKER, Mauricio (1996). La economía del desastre. Argentina: Grupo Editor del Encuentro.
UGARTECHE, Oscar (2013). La gran mutación: el capitalismo real del siglo XXI / Oscar Ugarteche, Eduardo Martínez-Ávila. México: UNAM, Instituto de Investigaciones Económicas.
i “Le gouvernement italien fait adopter une loi controversée sur le travail” (08/08/2018), Francia: en Le Monde, https://www.lemonde.fr/europe/article/2018/08/08/en-italie-les-populistes-font-adopter-une-loi-controversee-sur-le-travail_5340443_3214.html?xtmc=di_maio&xtcr=112; Johnson Miles (18/07/2018) “Critics maul Five Star’s ‘dignity’ labour reform”, en Financial Times, https://www.ft.com/content/86f20352-8a94-11e8-bf9e-8771d5404543; Jones Gavin (03/07/2018), “Italy cracks down on temporary work, firms that move abroad”, Reino Unido: en Reuters, https://www.reuters.com/article/us-italy-economy-decree/italy-cracks-down-on-temporary-work-firms-that-move-abroad-idUSKBN1JT0RG; entre otros.
ii Decreto Ley 12/07/2018, Nro. 87. Finalmente aprobada por el Parlamento en la Ley 9/08/2018, Nro. 96 (BO 11/08/2018).
iii Ver https://www.movimento5stelle.it/programma/index.html.
iv Ver https://www.money.it/contratto-di-governo#12.
v Vale destacar que Estados Unidos y Gran Bretaña tenían el interés político de la Alemania occidental y capitalista, desde de los tratados de paz de Yalta y Potsdam, la nueva guerra fría contra la Alemania oriental perteneciente a la URSS.
vi Ver Ley 10 diciembre 2014, n. 183; Decreto legislativo 4 marzo 2015, n. 22; Decreto legislativo 4 marzo 2015, n. 23; Decreto legislativo 15 junio 2015, n. 80; Decreto legislativo 15 junio 2015, n. 81; Decreto legislativo 14 setiembre 2015, n. 148; Decreto legislativo 14 setiembre 2015, n. 149; Decreto legislativo 14 setiembre 2015, n. 150; Decreto legislativo 14 setiembre 2015, n. 151.
vii Ver Ley 30 julio 2010, n. 122 y Ley 6 diciembre 2011, n. 201. “Pensioni, chi ha fatto piú danni, Fornero o Sacconi?” (09/04/2015), Italia: en Il Moralista, http://www.ilmoralista.it/2015/04/09/pensioni-chi-ha-fatto-piu-danni-fornero-o-sacconi/.
viii “Press Release: IMF Executive Board Concludes 2015 Article IV Consultation with Italy” (07/07/2015), EEUU: en FMI, https://www.imf.org/en/News/Articles/2015/09/14/01/49/pr15321; “Con riforme l’Italia sale di 11 posizioni nella graduatoria della competitività” (27/10/2015), Italia: Il Sole 24 ORE, https://www.ilsole24ore.com/art/notizie/2015-10-27/rapporto-doing-business-l-italia-sale-11-posizioni-graduatoria-competitivita-200258.shtml?uuid=ACMQqSOB&refresh_ce=1; “Francoforte. La Bce promuove il Jobs act” (23/09/2016), Italia: en Avvenire, https://www.avvenire.it/economia/pagine/la-bce-elogia-il-jobs-act.
ix Movimento 5 Stelle (Italia), Lega Nord (Italia), Occupy Wall Street (EEUU), Tea Party Movement (EEUU), Podemos (España), 15M o Movimiento de los indignados (España), Rassemblement national (Francia), Alternative für Deutschland (Alemania), Fidesz (Hungría), Syriza (Grecia), Griegos Independientes (Grecia), Brexit (Gran Bretaña), entre otros.
x “Italia, a un paso de tener el Gobierno más euroescéptico de la Unión Europea” (11/05/2018), Argentina: Ámbito Financiero; “Torbellino. El populismo y la crisis económica acercan a Italia al abismo” (14/10/2018), Argentina: La Nación.
xi “Quién es Paolo Savona, el economista que hizo caer la formación de un nuevo gobierno en Italia” (28/05/2018), Reino Unido: BBC, https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-44277602.
xii La primera, aquella comandada por la socialdemocracia cristiana y el progresismo de izquierda, la segunda, la liberal conservadora de Silvio Berlusconi.
xiii Ver Decreto Ley 12 julio 2018, n. 87 (BO n. 161 del 13/07/2018) y Ley de conversión 9 agosto 2018, n. 96 (BO n. 186 del 11/08/2018).
xiv Incentivos, crédito, subsidios, reintegros, exenciones impositivas, beneficios, etc.

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