marzo 2020

A PROPOSITO DEL 8 DE MARZO

Tapa-78

Dorothea Tanning

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Desde la óptica de la construcción colectiva, el 8 de marzo es una fecha para honrar la lucha iniciada por las mujeres en  el camino de la igualdad, que comenzó por el derecho al voto, la limitación de la jornada de trabajo y condiciones dignas para prestarlo, el acceso a cargos públicos y a la formación profesional, así como a la no discriminación laboral, y llegó finalmente a la necesidad de la deconstrucción patriarcal y de cambio de los estereotipos y paradigmas sociales.
Curiosamente, en las referencias no hay acuerdo acerca de cuál fue el origen de la fijación de esta fecha.
Una versión la remonta al 8 de marzo de 1857, cuando cientos de mujeres de una fábrica de textiles de Nueva York habrían salido a marchar en contra de los bajos salarios, que eran menos de la mitad de lo que percibían los hombres por la misma tarea, con el lema “Pan y rosas”, y por la eliminación del trabajo infantil.
Esa jornada habría terminado con la sangrienta cifra de 120 mujeres muertas a raíz de la brutalidad con la que la policía dispersó la marcha. Eso llevó a que dos años después, las trabajadoras fundaran el primer sindicato femenino.
Pero hay también quien habla de un incendio en esa fecha, en esa misma fábrica textil.
Otra versión indica que el 8 de marzo de 1908 cerca de 130 trabajadoras de la fábrica Cotton de Nueva York se habrían declarado en huelga y ocupado el lugar donde estaban empleadas. Sus reivindicaciones eran simples y justas: conseguir una jornada laboral de 10 horas, salario igual que el de los hombres y una mejora de las condiciones higiénicas.
El dueño de la empresa habría ordenado cerrar las puertas y provocar un incendio, con la intención de que las empleadas desistieran de su actitud. Sin embargo, las llamas se habrían extendido y no pudieron ser controladas. La mujeres habrían muerto abrasadas en el interior de la fábrica.
Finalmente otra versión, y no la última, alude a la marcha de mujeres que se habría vivido en Nueva York en 1908, cuando unas 15.000 se manifestaron para pedir menos horas de trabajo, mejores salarios y derecho a votar.
Existen investigaciones y fotografías que afirman que el hecho ocurrió, pero en otra fecha, el 25 de marzo de 1911 (Marijo Buhle investigadora americana).  Se trataba nuevamente de obreras textiles y en dicha tragedia habrían  muerto 146 personas, casi todas mujeres jóvenes e inmigrantes, en el incendio de la fábrica Triangle Waist, siempre en Nueva York, 6 días después de la primera conmemoración del día Internacional de la Mujer en Alemania.
Luego de la tragedia se habrían producido movilizaciones que consiguieron la promulgación de diversas leyes y normas para mejorar las condiciones laborales de las mujeres, y la Historia registra recién fechas ciertas cuando se incorporan luchadoras como Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo, y cuando la propuesta de dedicar un día a la lucha feminista llega a ámbitos públicos.
En síntesis, a pesar de todas las posibilidades investigativas del siglo 21 y de que conocemos la fecha cierta de un montón de batallas y circunstancias que pasaron miles de años atrás -sin ninguna importancia-, al día de hoy todavía nadie puede afirmar cuál de estos –y otros que se omitieron en homenaje a la brevedad- precedentes realmente sucedieron y determinaron que el 8 de marzo se eligiera para conmemorar, como se lo hace desde 1910, el Día Internacional de la Mujer Trabajadora en distintos países del mundo.
Este relato confuso nos genera dos reflexiones, inicialmente.
El origen es siempre un incendio o una movilización, que para el imaginario detrás de la fecha parece ser lo mismo, y gran cantidad de mujeres muertas que salieron a pelear por sus derechos. Si hubo un triunfo, fue después de la muerte, que aparece como la consecuencia directa de la lucha.
La ubicación en Nueva York, siempre, podría no ser casual, pero también podría serlo.
Pero la clave es la invisibilización, que es parte tan ineludible en la historia de la mujer que –como tal – no podía faltar en el origen de la conmemoración, que tiene un motivo difuso, de varias versiones, de protagonistas invisibles.
Para una protagonista invisible (una trabajadora que ocupa la mitad de su tiempo en un trabajo doméstico y de cuidados invisible y la otra mitad de su tiempo en una ocupación laboral infravalorada e infraremunerada), el origen de la  conmemoración de su “día internacional” –que no es feriado nacional y que sólo fue “paro” cuando la mujer lo decidió – no podría ser mejor escondido que en la nebulosa de su historia de acompañante silenciosa.
Hace entonces más de un siglo que buscamos que nos “incluyan”:  que el idioma nos incluya, que las leyes nos incluyan, que los presupuestos nos incluyan, que el derecho y el pensamiento tengan perspectiva de género, lo que significa pensar con los dos y para los dos hemisferios.
La conmemoración del día Internacional de la Mujer, la sororidad, el control de nuestro propio cuerpo nos sacó a la calle, transformando la invisibilidad en empoderamiento.
Se lo debemos a todas las mujeres y mártires silenciosas, invisibilizadas por generaciones, naturalizadas en un trabajo que dicen que se hace por amor, y que ahora decimos que es trabajo no pago, relegadas al lugar de la otra, esa que es inferior, esa que es ciudadana de segunda categoría, reproduciendo mandatos, sembrando violencias y esparciendo las semillas estereotipantes de una sociedad patriarcal.
El 8 de marzo es una fecha cercada de disputas, pero ahora es nuestra.
Ni bombones ni flores!!
“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres.” (Rosa de Luxemburgo)

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