septiembre 2024

El salario no es ganancia

Graciela Iturbide – INICIOS 02

Dorothea Tanning

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Hace ya varios años publiqué un artículo respecto al salario y la ganancia, visto que se cargaba y se carga sobre las y los trabajadores un impuesto partiendo del concepto que la contraprestación que reciben éstos es ganancia . El trabajo sería ganancia y por tanto corresponde tributar. Es por ello que visto que este Gobierno vuelve a la carga sobre ese concepto e impone nuevamente el referido impuesto, cuando por otra parte rebaja el impuesto a los bi9enes personales entre otros rubros que favorecen a los sectores privilegiados de la sociedad haciendo recaer en las personas con menores ingresos el peso de la crisis, es que me permito publicar nuevamente este documento para la consideración.

El salario no es ganancia. Esta frase se ha impuesto desde múltiples sectores para así oponerse al impuesto a las ganancias que se aplica a la cuarta categoría conforme dispone la Ley 20.628 , pero poco se ha avanzado en la comprensión de este concepto y por tanto esta ligereza teórica puede hacer caer fácilmente el planteo que se pretende defender. Más aún si consideramos que la O.I.T. en diversas oportunidades se ha referido al salario justamente como ganancia y en nuestra jurisprudencia nos hemos encontrado con manifestaciones del mismo tenor. –

Avancemos entonces en el concepto de salario y de ganancia para así concluir si corresponde o no aplicar el discutido impuesto a los trabajadores que son quienes perciben remuneraciones.
El artículo 103 de la Ley de Contrato de Trabajo señala que la remuneración o el salario es la contraprestación que recibe el trabajador por poner a disposición del empleador su capacidad de trabajo. O sea que se le paga al trabajador por vender su fuerza de trabajo con independencia del uso que de ella haga el empleador. Puede eventualmente no usarla e igual abonar el salario y en un caso puede usarla más que en relación a otro y pagar el mismo precio. O sea que dos trabajadores pueden producir distinto (uno más que otro) y percibir la misma remuneración. También puede suceder que un trabajador más eficiente perciba un salario mayor a otro, sin perjuicio del principio de “igual remuneración por igual tarea”. Evidentemente el salario está relacionado con diversas variables, pero ninguna de las aquí expuestas parece determinante. Una primera conclusión es que el salario no está determinado por la producción. Si bien lo que se produce va a tener incidencia en el salario no significa ello que el salario sea fijado por la producción. Al trabajador no se le paga por lo que produce. El salario no es equivalente a producción, si bien, reitero, no podemos omitir esta relación entre los aspectos que juegan en el precio de ese salario. Por ejemplo, quien construye una vivienda está produciendo un bien de cuantioso valor, pero su salario como peón de la construcción va a ser de menor categoría que un trabajador especializado en una industria de menor valor unitario. O sea que también la especialización juega en la determinación del precio del salario. Pareciera que las horas invertidas en especializarse también se consideran al momento de determinar el precio del salario.

Otro aspecto central es que al trabajador no se le da lo que produce. El trabajador no se lleva a su casa el bien que ha producido, no se lleva a su casa los tornillos que eventualmente pudo haber producido y en muchos casos inclusive ignora que ha producido pues forma parte de un todo inacabado cuyo final desconoce. O sea que tampoco se le paga lo que produce. De hacerlo, y en la utópica escena que nos planteemos sobre el particular, el trabajador podría vender sus productos y quizá obtener una ventaja patrimonial, una ganancia (aspecto también discutible pero que merece otro análisis). Pero sabemos que en esta sociedad, el producido queda en manos del empresario y al trabajador solo se le paga un salario cuyo precio puede variar como consecuencia de múltiples factores (actividad, bienes que se producen, precio de las mercancías, competencia, presencia del colectivo laboral y su capacidad de lucha, coyunturas locales e internacionales, etc), pero cuya conceptualización es esencial para la cuestión que nos convoca.

En definitiva, si al trabajador no se le da lo que produce ni se le paga lo que produce, hay que determinar de donde sale el valor del trabajo, no ya su precio que es variable, pero que determinando su valor se puede también comprender su precio. La Ley de Contrato de Trabajo ha sido bastante clara sobre el particular: el salario es la contraprestación que recibe el trabajador por poner a disposición del empleador su fuerza de trabajo. El citado artículo de la Ley de Contrato de Trabajo, no crea un concepto sino que lo que hace es describir una realidad. Su definición es extraída de lo que sucede en el mundo real. El trabajador vende su fuerza de trabajo día a día y el empleador la adquiere día a día, más allá de la forma en que luego le pague, pero que le pague qué???? Qué es la fuerza de trabajo??? Es algo que se compra y se vende en esta sociedad. Y como se denomina en esta sociedad a los objetos, cosas, bienes esta mercancía llamada fuerza de trabajo es adquirida por el empleador pagando por ella. Y cómo la paga? Mediante el salario.

La fuerza de trabajo es aquello que va con el ser humano, son sus músculos, sus miembros, su mente, su capacidad de producir, en definitiva su integridad como ser humano puesta en actividad para producir bienes o servicios; su actividad es con la naturaleza para transformarla y transformarse en ese intercambio permanente con y como parte de ella. Esa fuerza de trabajo el hombre la lleva consigo Esa fuerza de trabajo que el hombre lleva consigo se agota día a día la use o no. Es obvio que el hombre no guarda esa capacidad sino que se gasta aunque no se use efectivamente. Una persona que no trabaja durante un día, no por ello tiene una doble capacidad de trabajo para el día siguiente. Seguramente su capacidad productiva va a ser igual a la de otra persona que trabajó el día anterior, pero aunque fuere distinta, jamás seria el doble de la otra persona. Y cómo se repone esta fuerza de trabajo que se pierde día a día? Pues obteniendo día a día los medios de vida que le permitan recuperar las fuerzas para volver al día siguiente a vender esa capacidad recuperada luego del desgaste diario. Y como toda mercadería que se compra y se vende, la fuerza de trabajo se paga por su capacidad de reposición. Si una mercancía naranja es medida de ese valor variará por los complejos motivos ya indicados, pero el valor se establece en base a esta relación: fuerza de trabajo igual a capacidad de reposición de la misma. Y esto lo vemos en la actualidad, donde los salarios que se discuten convencionalmente tienen como parámetro el costo de la vida y alrededor de ese valor se discuten los aumentos remuneratorios. Si no fuera esta la medida, los salarios deberían discutirse por otros parámetros. Lo que se trata es que el trabajador se encuentre, por lo menos teóricamente, en condiciones de reiniciar día a día su tarea.

PRIMER ASPECTO: EL VALOR DEL SALARIO TIENE COMO BASE LA CAPACIDAD DE REPONER LA FUERZA DE TRABAJO QUE ES LO QUE ALQUILA O VENDE EL TRABAJADOR AL EMPLEADOR.

La segunda pregunta es cómo se determina ese valor, cuál es la medida de los valores en cuestión. Conforme ya se ha analizado históricamente, las mercancías tienen diversos valores que permiten que se intercambien unas por otras, siendo el dinero aquel intermediario que permite que en lugar de trocar objeto contra objeto, se pueda utilizar este equivalente que se ha llamado general, para que se pueda obtener un objeto a cambio del pago de una suma de dinero. Pero lo que no queda claro es que determina el valor de los productos para relacionarlos entre sí. Lo que no cabe duda es que debe haber “un algo” que unifique a todos los productos para que puedan intercambiarse entre sí. Si una casa y un auto pueden medirse por un precio en dinero que puede significar que intercambie por ejemplo una casa por tres automóviles, implica que estos productos tienen algo en común. Y ese “algo” es el trabajo humano. Todos estos productos tienen trabajo humano presente o pretérito incorporados en su realización. Trabajo humano previo en los productos que se incorporan como herramientas, mercaderías, productos que se utilizan para hacer el nuevo objeto y trabajo humano que se incorpora al realizarlo. Esto es lo que unifica a los productos y determina su valor, cuyo precio también sujeto a variables siempre tiene como medida ese valor. Y esto también pasa con la fuerza de trabajo, que se paga por lo que vale su capacidad de reposición como ya dijéramos anteriormente. Y aquí se da la particularidad que tiene esta mercancía llamada fuerza de trabajo. Su valor de reposición es menor a su valor de producción. El trabajador produce más de lo que se le paga. Su valor de reposición es menor a su valor de producción. Trabaja ocho horas diarias (en el mejor de los casos) y se le pagan cuatro, cinco, etc. Horas. Siempre se le paga menos de lo que produce. Y ese es el gran secreto de esta mercancía llamada fuerza de trabajo que hace que el trabajador al venderla inexorablemente pierda aunque se diga que gana un salario. Produce más de lo que se le paga. Hay una parte de lo que produce que no queda en sus manos, sino que se transfiere al empleador. Esa es la ganancia. Y esa es la razón de la existencia del sistema capitalista de producción: la plusvalía. El trabajador produce un plus del cual se apropia el empresario, el propietario de los medios de producción, que necesariamente necesita ese mayor valor para continuar con el sistema de producción. Esto es inherente al sistema capitalista y explica porque la explotación del hombre por el hombre es inescindible de estas relaciones de producción. En definitiva, el trabajador no gana, pierde. El trabajador no obtiene ganancia con su trabajo, pierde de ganar. Cobra un salario menor a lo que produce. Por el contrario, hay otro, el empresario, que se apropia de parte de lo que el trabajador produce. El trabajador cuando se pone a disposición de un empleador, única forma de sobrevivir en este sistema, está vendiendo un producto por el cual le van a dar un importe menor a lo que es capaz de producir con el mismo. No hay ganancia para el trabajador. Inexorablemente el trabajador pierde en la producción. Es imposible que pueda hablarse de ganancia para el trabajador y por tanto el salario jamás es ganancia.

SEGUNDO ASPECTO: El trabajador pierde en la relación social de producción Entrega parte de lo que produce sin contraprestación alguna. El empleador se apropia de parte de lo que produce el trabajador, por tanto el salario no es ganancia sino pérdida con relación a lo que se produce. El único que gana en esta relación es el empleador que se apropia de lo que otro produce sin pagar suma alguna por ese plus. Ese plus es la ganancia del empleador y la pérdida del trabajador.

EN DEFINITIVA, PODEMOS CONCLUIR QUE EL SALARIO NO ES GANANCIA Y POR TANTO NO CORRESPONDE QUE LOS TRABJADORES TRIBUTEN POR ESE CONCEPTO.-

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