agosto 2024

Curaçao: La huelga contra la tercerización que marcó el inicio de la independencia

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Dorothea Tanning

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Resabio del colonialismo europeo, quedan en el Caribe una serie de islas que, aún siendo estados independientes, forman parte del reino de los Países Bajos.

Una de ellas es Curaçao, la mayor de las antiguas Antillas holandesas, frente a lo que actualmente es la República Bolivariana de Venezuela. Por su estratégica ubicación a salvo de los frecuentes huracanes y con un puerto natural en su bahía, poco tardó en convertirse en un importante territorio de ultramar para el imperio.

Su población era y es aún mayoritariamente afrodescendiente y rebelde, pues la isla fue pionera en la concentración de esclavos para su posterior comercialización. 

Cuando los vientos de la Revolución Francesa cruzaron el Atlántico, los esclavos de las colonias del Caribe no tardaron en izar las banderas de la libertad.

En 1795, poco antes de que Haití conquistara su independencia, en Curaçao estalló una gran rebelión, encabezada por el esclavo Tula. Debió ser ya entonces una clara señal para los neerlandeses de que no se trataba de un pueblo dócil.

A comienzos del Siglo XX, la empresa holandesa Shell instaló una refinería de petróleo venezolano, convirtiendo a la isla en la principal abastecedora de combustible de las embarcaciones que navegaban por el mar Caribe, sobre todo luego de la construcción del canal de Panamá.

Los obreros no tardaron en sindicalizarse, conformando fuertes organizaciones, predominando la Federación de Trabajadores del Petróleo.

A finales de la década del sesenta, el mundo estaba bastante convulsionado. Tuvieron lugar muchas revueltas populares, anticapitalistas y anticolonialistas, en lo que se denominó un período de auge de masas. Lo estudiantes encabezaban grandes movilizaciones, con el Mayo Francés entre las más notorias. Algunas fueron salvajemente reprimidas, como la llamada masacre de Tlatelolco en México.

Curaçao no fue la excepción. En mayo de 1969, mientras en Argentina se desarrollaba el “Cordobazo”, la insurrección de obreros y estudiantes que marcaba el comienzo del fin de la dictadura de Onganía, estalló en la antilla un conflicto laboral en la refinería a raíz de los abusos de Wescar, una empresa subcontratista de Shell.

La mano de obra estaba tercerizada y los salarios que la petrolera holandesa pagaba en la isla eran muy inferiores a los del mercado.

La huelga comenzó el 30 de mayo, y rápidamente se convirtió en una gran insurrección popular.

Las calles de su capital, Willemstad, eran en un hervidero, y al poco tiempo la ciudad ardía en llamas. Los obreros marcharon hacia la ciudad, y el reino debió enviar su Marina desde la metrópoli para reprimir el levantamiento, que se cobró varias vidas y culminó con centenares de detenciones.

La huelga fue un éxito en cuanto a las demandas laborales. Se eliminó el sistema de subcontratación, pasando a ser todos los trabajadores empleados de la empresa Shell. Se logró así un aumento general de salarios y, entre otras conquistas, el cese de la discriminación a los obreros afrodescendientes.

Pero la magnitud de la rebelión tuvo como saldo la renuncia del presidente, que hasta entonces era designado desde La Haya, y una serie de reformas políticas por las cuales la población nativa pudo acceder a todos los cargos públicos, que hasta entonces eran ocupados exclusivamente por la élite blanca neerlandesa.

Se disolvió el Congreso, se convocaron elecciones parlamentarias y el recién nacido Frente Obrero de Liberación, encabezado por el sindicalista petrolero Wilson “Papa” Godett, obtuvo numerosos escaños.

Muchas insurrecciones de la época son recordadas como hitos populares de rebeldía, que dieron lugar a grandes cambios. En la mayoría de los casos, la chispa que encendió la pradera partió de un reclamo laboral.

En Argentina, el 29 de mayo de 1969, la clase trabajadora cordobesa salió a las calles reivindicando su derecho al descanso los sábados desde las 13 horas, y terminó marcando el camino del fin de un ciclo de proscripción política y gobiernos dictatoriales.

Un día después, el 30 de mayo de 1969, esos vientos huracanados de rebeldía y libertad pasaron por Curaçao, modificando su estructura política y social hasta el día de hoy.

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