#85
Memoria, Verdad y Justicia
Por Mariana Amartino
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Palabras de la Secretaria General de la AAL en el Acto por el Día Nacional de Memoria por la Verdad y la Justicia
A casi 45 años del aniversario del Golpe Militar, nos encontramos para rememorar el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, y lo hacemos con memoria activa, porque el ejercicio de la memoria es una práctica indispensable en toda sociedad para comprender su pasado y construir un futuro diferente.
Conmemorar este oscuro pasaje de nuestra historia es, sin dudas, seguir apostando a construir sentido y recordar nuestra propia identidad como laboralistas.
El avasallamiento del Estado de Derecho y de los Derechos Humanos que se llevó adelante durante la dictadura, y que nos dejó un saldo de 30 mil personas desaparecidas, cientos de infancias apropiadas y despojadas de su identidad, no fue solamente un orden represivo, sino que tuvo efectos económicos, sociales y culturales cuyas consecuencias persisten hasta el presente.
Con el claro objetivo de destruir el aparato productivo nacional, e imponer un nuevo patrón de acumulación basado en el predominio del capital financiero, cuyos beneficiarios fueron la oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales1, la dictadura cívico militar apunto como objetivo principal al movimiento obrero, y con él, a sus abogados y abogadas2.
Bajo las premisas de favorecer al crecimiento industrial y agropecuario, contener la inflación, promover la venida de capitales extranjeros, y también paliar el déficit fiscal y erradicar la burocracia estatal – postulados que hasta hace poco fueron parte de la agenda política de nuestro país nuevamente – se congelaron salarios, se eliminaron cerca de 700.000 puestos de trabajo en la industria, cerraron aproximadamente 50.000 PYMES, se redujeron las retenciones a las exportaciones, y se eliminaron los controles de precios, entre muchas otras medidas que se adoptaron y que aun al presente no pierden vigencia.
Para consumar este plan, los militares realizaron una minuciosa disección de la normativa laboral. Suspendieron la negociación colectiva, el derecho de huelga y toda medida de acción directa, suspendieron la actividad gremial, prohibieron las elecciones sindicales, y mutilaron selectivamente la Ley de Contrato de Trabajo, la que aún hoy, a 38 años del retorno al Estado de Derecho sigue siendo una deuda pendiente de la democracia con el movimiento obrero.
Milan Kundera sostenía que la lucha de la persona contra el poder, es la lucha de la memoria contra el olvido. Por eso es importante recordar que, frente a esos avances orquestados por los grupos de poder, y defendiendo dirigentes y dirigentes, trabajadores y trabajadoras, militantes, estudiantes, presos y presas políticos, hubo compañeros y compañeras convencidos y comprometidos, que asumieron los riesgos de enfrentar al poder, y que gestaron un legado sobre el Derecho del Trabajo.
Hoy, nos encontramos aun en el medio de una pandemia que ha dejado al descubierto no solo la crisis sanitaria, sino también la crisis social y económica que atraviesa el mundo.
Esta crisis global expuso con virulencia las profundas desigualdades que existen en el mercado de trabajo, y los fallos que provoca el sistema capitalista, como han sido el cierre masivo de pequeñas y medianas empresas, la parálisis de muchas actividades productivas, despidos, suspensiones, el teletrabajo forzoso, la sobre explotación que generan los trabajos de cuidados; lo que nos obliga como defensoras y defensores de los Derechos Humanos a estar a la altura de la circunstancia y a emular la senda señalada por esos compañeros y compañeras que nos antecedieron y que hoy recordamos.
Honrar la memoria de esos y esas colegas, que en los momentos mas difíciles de nuestra historia no temieron y alzaron su voz, es una forma de enaltecer y distinguir sus vidas, sus obras y sus humanidades, para que no mueran en el olvido.
En la actualidad, los gobiernos del mundo, y la Argentina en particular, tratan de combatir el avance del Covid y hacen esfuerzos denodados para suavizar los nefastos efectos sobre las economías. Entendemos que es necesario no solo sostener y profundizar las medidas de emergencia para proteger la salud de las personas trabajadoras, para garantizar el equilibrio real entre las responsabilidades laborales y familiares, proteger los puestos de trabajo formal, y abordar seriamente el gravísimo problema de la economía informal en nuestro país que desde el inicio de la pandemia al presente se tradujo en una merma del 28% de trabajadores y trabajadoras no registrados, y un 22% de monotributistas, quienes perdieron su fuente de ingreso, por lo que se declina imprescindible reafirmar nuestra identidad y compromiso como laboralistas, en la defensa irrestricta de quienes son la parte más débil del contrato de trabajo, y resistir cualquier intento de regresividad por parte del empresariado.
Luego de cuatro largos años de destrucción del poder adquisitivo del salario, de proliferación de formas no laborales de contratación, de agudización de la brecha en el acceso y en los ingresos en razón del género, y de desprotección laboral, a lo que se adicionan las adversas consecuencias de esta pandemia, los retos para nosotras y nosotros se multiplican.
Es entonces, que el recuerdo de estas compañeras y compañeros desaparecidos, cuyo compromiso y legado de lucha por un país más justo y solidario, nos invita a levantar sus banderas y se convierten en faro y guías.
Estamos convencidas y convencidos que el mejor homenaje que podemos hacerles, en este contexto tan complejo, es a través del ejercicio cotidiano de la profesión, exigiendo y luchando por la plena vigencia y efectividad de los Derechos Humanos, y manteniendo viva su memoria para que, quienes nos preceden, conozcan nuestra historia con Memoria, Verdad y Justicia.
Desde laboralistas no olvidamos, y no perdonamos.
Nunca Más.
1 Carta Abierta a la Junta Militar – Rodolfo Walsh – Buenos Aires, 1977.
2 Actualmente las organizaciones de Derechos Humanos estiman que, de esas 30.000 personas desaparecidas, aproximadamente el 66% eran activistas, delegados y delegadas sindicales.
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