noviembre 2019

SE ABRIRÁN LAS GRANDES ALAMEDAS

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Estamos viviendo una fuerte convulsión en América Latina. Por un lado, enormes movilizaciones populares y democráticas, que cuestionan fuertemente el modelo neoliberal impuesto desde los centros hegemónicos de poder, en algunos casos intentando consolidar experiencias estatales alternativas, en otros, cuestionando radicalmente los cimientos del neoliberalismo. La respuesta restauradora de las elites dominantes es clasista, racista, patriarcal, represiva y negadora de las libertades democráticas.
El Golpe de Estado en Bolivia marca una bisagra. La auditoría de la OEA, convocada por el presidente Evo Morales, aún con los reparos que este Organismo genera, había detectado supuestas irregularidades sobre el proceso electoral. No menciona fraude. Reconoce que «resulta posible que el candidato Morales haya quedado en primer lugar pero resulta improbable estadísticamente que haya obtenido el 10%”. La OEA podría haber sugerido realizar un ballotage, el que sería insoslayable según sus propios datos, pero propone llevar a cabo nuevamente la elección. Morales la convoca pero no les es suficiente. La oposición articulada con bandas fascistas en la calle- y la omisión de las fuerzas de seguridad – exigen su renuncia.
Con los mejores índices de desarrollo económico y social, se pone fin a un proceso popular y democrático en el hermano país. No es una renuncia. Es un Golpe de Estado clásico, tristemente conocidos en nuestro país y frente a los cuales hemos repetido millones de veces NUNCA MÁS. Expresamos nuestra solidaridad con el pueblo boliviano y condenamos la ruptura del orden democrático.
“Lula libre”, en este contexto, expresa mucho más que la libertad de un ex presidente y dirigente mundial. Ex obrero metalúrgico, de procedencia popular, supo llevar a cabo una gestión basada en la erradicación de la miseria, el acceso a los bienes de consumo para las mayorías populares brasileñas y los derechos humanos fundamentales básicos.
Su detención fue de la mano del lawfare, la irregular destitución de Dilma Rouseff, el ascenso de los militares al manejo de parte de las instituciones del Brasil, el crimen de Marielle Franco y la implantación de una reforma laboral que retrotrajo al siglo XIX las relaciones laborales, pretendiendo destruir las bases del derecho colectivo, los principios de orden público laboral y el retorno a la unilateralidad patronal.
Todo lo expuesto no implica un apoyo incondicional a cualquiera de estas opciones que pueden en cada caso generar variadas y legítimas críticas, pero es de resaltar que el eje central de esta escalada derechizante es la activa política del imperialismo encarnado en el gobernante de turno del imperio y la “necesidad” del capital mundial en acceder a mayores tasas de ganancia en base a la explotación de los trabajadores y por ende la pérdida de más y más derechos, explotación que extienden al medio ambiente con riesgo de destrucción planetaria.
En nuestro país, en medio de este contexto a través del voto popular, las mayorías dijeron basta al neoliberalismo. Se abre una nueva etapa, no exenta de dificultades. El nuevo gobierno se enfrentará a un país condicionado por la deuda con el FMI, una industria nacional devastada, un mercado interno en crisis, índices de desempleo y miseria similares a los de principios de siglo.
Su principal desafío será la recuperación del poder adquisitivo del salario – a través de paritarias libres y la jerarquización del Ministerio de Trabajo – para desde ahí promover una política de ingresos. Asimismo, la recuperación de la institucionalidad y la vigencia del estado de derecho.
Las organizaciones sociales, de derechos humanos y sindicales comprometidas y el potente movimiento feminista, espacios desde los que se han dado valiosas luchas contras las embestidas de “Cambiemos” y se han planteado los principales temas de agenda pública, deberán ser interlocutores necesarios y base de sustentación de nuevas políticas, con amplia participación popular
La Asociación de Abogados y Abogadas Laboralistas (AAL) reafirma que ninguna reforma laboral regresiva es condición para el crecimiento económico, por el contrario, las políticas de austeridad aquí y en el mundo, han profundizado los males que pretenden erradicar. Han generado mayores privaciones, injusticias y dificultades para el desarrollo económico social. Sostenemos que es necesario avanzar en el reconocimiento de mayores derechos para los trabajadores y las trabajadoras.
En México con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se está desarrollando un proceso de reformas que muestran una señal de cambios, donde más allá de las particularidades, se trasluce un intento de adecuar el derecho laboral, individual y colectivo, a los estándares constitucionales vigentes y el acceso a tribunales del trabajo especializados. Colombia está asomando alternativas políticas contrarias a gobiernos de derecha, con el triunfo de Claudia López como alcaldesa de Bogotá entre otros nuevos líderes que están renovando el liderazgo alternativo en diferentes alcaldías en este país hermano.
En Ecuador y Chile también se han llevado cabo, gigantes manifestaciones populares encontrando como respuesta la represión estatal, declaración del estado de emergencia y toque de queda. En ambos casos el detonante aparente fue una reivindicación – en Ecuador, la quita de subsidio al precio del combustible según lo acordado con el FMI; y en Chile, el aumento de la tarifa del Metro – no obstante, la radicalidad de sus movilizaciones expresaron que está en juego algo más profundo, cuya consigna se sintetiza en que “No es por 30 pesos, es por 30 años”.
El llamado “Milagro Chileno”, en realidad consistió en la implantación del modelo neoliberal propuesto por la Escuela de Chicago, terrorismo de Estado mediante, producto del cual, actualmente el 1% de la población concentra el 30% del ingreso.
Sin salud ni educación pública, la base para acceder a la formación universitaria es el endeudamiento familiar de por vida, existe un sindicalismo débil y ausencia de protecciones laborales y de la seguridad social. Como dice Rita Segato: “la tristeza que impregna a la sociedad chilena es frecuentemente asociada por la propia gente al efecto de precariedad que ese modelo le imprime a la vida”1.
Asimismo, persiste el modelo constitucional de la dictadura de Pinochet y la injerencia de las fuerzas armadas y de seguridad en la vida interna de ese país vecino.
Lxs jóvenes han salido masivamente a las calles, a lo largo y ancho del país, y se han expresado en forma potente, manifestando un ya basta a ese modelo de vida insostenible. La conquista del espacio público expresa que luego de 40 años, las mayorías chilenas han perdido el miedo. La represalia es feroz, se multiplican las gravísimas afectaciones a los derechos humanos por agentes de de las fuerzas de seguridad: asesinatos, detenciones masivas, violaciones, incendios, abusos de poder de todo tipo, una verdadera “pedagogía de la crueldad”, en palabras de Segato. Pero la gente en la calle no cesa.
Las organizaciones sociales y sindicales plantean que realizarán una nueva huelga y presentaron un pliego de “las y los trabajadores”, al presidente Piñera donde plantean: nueva constitución vía asamblea constituyente, juicio y castigo a los culpables de violaciones a los derechos humanos, salario mínimo, reconocimiento pleno de la libertad sindical: negociación ramal y huelga efectiva, pensión mínima equivalente al salario mínimo, canasta de servicios básicos protegidos, derecho al transporte público, reducción de la jornada de trabajo, protección de los derechos sociales a la salud, educación y vivienda.
Se trata de un proceso abierto, de resultados inciertos, pero que expresa que Chile despertó y ya nada será igual.
En definitiva, el sistema actual está crujiendo y son las mayorías sociales las que están encabezando la lucha por un mundo distinto.
Resuenan las últimas palabras del ex presidente de Chile, Salvador Allende, quien el 11 de septiembre de 1973, en medio de los bombardeos, era derrocado en el Palacio de la Moneda: Más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas por las que pasara el “pueblo y sus banderas”.
1 Rita Segato, La Guerra contra las mujeres, p. 109, Prometeo, 2ª ed., CABA, 2018.

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